ALBAAl principio todo es oscuridad, apenas puedes ver más allá de los dedos de tus manos, sientes frío en tus huesos, y notas cierto miedo ya que no sabes muy bien lo que hay alrededor tuyo. El cerebro y el cuerpo también lo notan quieren descansar, no quieren estar despiertos en esos momentos.
Poco a poco una luz a lo lejos, a lo muy lejos del conocimiento empieza a abrirse paso entre la selva de nubes y oscuridad. Un pequeño brillo, nada más que un sueño de un niño, es infantil y hasta ridículo.
Pero la luz va creciendo, lo que era negro empieza a convertirse en granate. Hay esperanzas de vida, o eso parece. Rojo, cual caballo de guerra en batalla comienza a iluminarse de rojo. Es fuerte, poderoso, vence a la oscuridad, lucha contra ella sin darle ninguna tregua, sin mirar atrás, ese sueño de loco puede cumplirse, puede empezar a hacer camino. Es la guerra, es más que eso. Hay esperanza.
Las nubes que antes se escondían para no ser vistas dan testimonio cabal del guerrero, le alaban, le muestran el camino, lo bañan y le dan gloria, para que continúe para que se haga más fuere. ¡Álzate! ¡Álzate! parecen decirle. Y lo hace.
El guerrero rojo deja ver su verdadero rostro, amarillo. Glorioso y omnipotente, alabado seas para siempre. Cuando asoma la cabeza la tierra cobra colores vivos: verdes, marrones, naranjas…El cielo en su justicia concede la victoria al recién llegado, y se postra delante de él. Lo que antes era negro se convierte en un azul intensamente oscuro, para luego pasar a un azul mucho más vivo, alegre, divertido.
La oscuridad temiendo su muerte y su derrota decide alejarse, hacia atrás. ¡Retirada!
Siempre el caballero anda pisándole los talones, sin miedo, sin dilación, nunca pierde el tiempo, y nunca lo perderá. Él no llega tarde jamás.
Su amigo canta cada vez que lo ve. Ese sonido es el que más teme la oscuridad, lo odia profundamente. En cambio la tierra y el mar lo esperan siempre, pacientemente, eres el dador de vida le dicen cada vez que llegas.
Es un luchador nato, no para hasta alzarse en lo más alto, deja el rojo atrás para vestirse de gloria. Los que le sirven abajo le admiran, le quieren, le adoran, saben perfectamente que si no existiera no podrían vivir, por eso le miran y le honran.
Alabado seas entre las montañas, alabado seas entre los ríos, alabado seas en las profundidades acuosas, alabado seas en los glaciares.
-Cariño ¿en qué piensas?
-En ti Alba, en ti.