domingo, 19 de enero de 2014

Invasión


"Llevar la paz a las tribus en lucha, administrar justicia donde todo era violencia, quitar las cadenas a los esclavos, extraer la riqueza del suelo, sembrar las primeras semillas del comercio y del saber, acrecentar las aptitudes para el deleite de pueblos enteros y reducir las posibilidades de dolor. ¿Qué idea más hermosa o qué recompensa más valiosa puede inspirar el espíritu humano? La acción es honrada; el ejercicio, estimulante; y los resultados suelen ser sumamente provechosos".


Winston Churchill en 1899, hablando de la colonización inglesa.

Como se puede apreciar, una justificación para la invasión política y militar de otros territorios foráneos a Europa.

domingo, 5 de enero de 2014

Argo, algo más que un thriller

Argo, algo más que un thriller



Hace poco vi la película triunfadora de los Oscars del año pasado, Argo. Un thriller dirigido y protagonizado por Ben Affleck, célebre como actor por sus actuaciones en Armagedon, Shakespeare in Love o Pearl Harbor. Y desde 2007 ha realizado varias películas como director con buena acogida, como Adios, pequeña adios y The Town.

Argo es una buena película como tal, y me explico, en el lenguaje cinematográfico, en el cual me confieso que todavía soy un novato, veo en el filme una gran puesta en escena. Los escenarios donde se desarrolla la trama están muy bien logrados, de ello es que haya ganado el Oscar al mejor montaje. Los personajes transmiten esa tensión tan necesarias en un buen thriller, manifestando una sensación de constante adrenalina, de no saberlo que va a suceder. Por su parte el guión está elaborado, y salvo algunas escenas donde se peca de tedio innecesario, en general es un buen trabajo.
Ben Affleck como actor peca un poco de ego, algo parecido a Mel Gibson en sus películas, pero la diferencia, a mi juicio, es que el segundo supera en la profesión con creces al primero. Affleck es bastante monótono y su intento de hacer un héroe nacional se desencaja con su perfil. Aunque, en definitiva, su papel no es desastroso, simplemente normalito.




Ahora bien, y dicho todo esto, tengo que confesar que la película no me ha gustado nada, me recuerda mucho a El Nacimiento de una Nación de D.W. Griffith, una película que hace apología al movimiento del Ku Klux Klan.
A mi entender las películas tienen que ser algo más que un entramado cinematográfico dedicado al entretenimiento puro y llano. El cine, si quiere ser considerado arte, debe tener una vocación artística, y en Argo no la veo. Su maniqueísmo es apabullante, me recuerda a aquellas películas de Jean ClaudeVan-Damme, donde los enemigos siempre son muy tontos y muy malos. En el caso de la película de Affleck se presenta al pueblo iraní como unos radicales, que tienen un odio profundo a los americanos injustificado, y son gilipollas.

-Y ¿qué hay de la casa blanca?
-Carter está cagado de miedo, los canadienses ya no pueden más. Dicen que ya se han arriesgado demasiado y su ministro de asuntos exteriores ya ha abordado a Evans en Bruselas, y le ha dicho que quiera a los séis fuera.
-¿Quién más lo sabe?
-Sólo las familias. Pero un gilipollas de nuestra embajada tenía un archivo con fotos de todos los que trabajaban allí.
-Dios santo.
-Lo triturarían antes de que entraran. Pero los cabrones estarán usando a niños explotados para volver a unir los pedazos, y en cuanto recompongan ese archivo sabrán que seis norteamericanos han escapado y qué aspecto tienen. No cabrá un alma en la plaza donde los decapitarán.



No quiero entrar en debate de la valentía de los personajes reales, o del sufrimiento de los rehenes, que sin duda no está justificado, pero no querer dar detalles del entramado geopolítico que se estaba viviendo en ese momento hace que parezca que los iranís son una panda de hijos de puta como mínimo. Por otra parte ya dice mucho la introducción de la película, que creo que es la forma que tienen muchos occidentales de ver a estos países, es decir, descripción gráfica y simple, donde te explican por que actúan así.
Y si nos fijamos al detalle, vemos escenas como el perro agresivo en el alambre, la sirvienta huyendo del país, los niños llorando en el aeropuerto, que nos transmite la sensación de injusticia, de que allí hay que hacer algo para cambiar esa situación. Y todo esto, y que la academia por excelencia de Cine nombre a Argo como Mejor película, no es casualidad. Los gobiernos norteamericanos quieren justificar a toda costa su presencia en los países de Oriente Medio, como gendarmes de la justicias, y este tipo de películas van muy bien, sobre todo en un momento como el actual en el que Irán está bajo el gran ojo occidental. La apología al intervencionismo militar es constante, y toda acción parece estar justificada.


-Genial ¿Refugiamos a cualquier capullo porque tengan cáncer? (Se refieren al Sha)
-No, sólo a los capullos que estén de nuestro lado, para que el resto de capullos en sus tronos de capullos sepan que cuando los echen no les quitarán el puto bazo un veterinario de camellos del Sinaí.

Por todo ello Argo es cuadro muy bien pintado, muy bien trabajado, que denota talento. Pero el tema del mismo está vacío, esta hueco, ya que lo que transmite es tendencioso y maniqueo, y por lo tanto no me gusta.





sábado, 4 de enero de 2014

Tragedias de hoy, la misma historia

Tragedias de hoy, la misma historia de siempre




Uno de los cuadros que más me ha impactado ha sido La Balsa de la Medusa del pintor francés Theodore Gericault. El lienzo nos ilustra una de las mayores tragedias de su época contemporánea: el naufragio de la fragata Medusa. Sin querer expandirme mucho, ya que se puede encontrar abundante información por la red, comentaré que la Medusa era un barco francés que naufragó por las costas de la actual Mauritania el 5 de Julio de 1816. El navío tenía varios botes salvavidas, pero insuficientes para todos las personas que estaban a bordo del barco, con lo cual construyeron como pudieron una balsa para que cupieran aquellos que no estaban en los botes salvavidas, como siempre la clase más humilde. Los botes salvavidas intentaron arrastrar a la balsa, pero viendo que les era un lastre, soltaron amarras y la dejaron a la deriva. La balsa navegó a la deriva durante 13 días, hasta que al final una nave que pasaba de paso las rescató, más por casualidad que por el esfuerzo de los otros tripulantes de la Medusa, que no hicieron nada por ellos. De los 147 tripulantes sobrevivieron sólo 15, en unas condiciones infrahumanas.




Casi doscientos años después del naufragio de la Medusa, no hará ni un par de meses, nos encontramos un suceso parecido. Una barcaza, con unos 500 inmigrantes procedentes en su mayoría de Somalia y Eritrea, se hunde en el mar devorada por las llamas a apenas media milla de distancia de la isla italiana de Lampedusa . La barca que tenía unas condiciones lamentables sufrió un incendio involuntario. Al llegar cerca de la cosa italiana, los pasajeros decidieron hacer un fuego para poder ser vistos, con la mala suerte de que llegó a contactar con la gasolina de la barca, lo que provocó un incendio y el hundimiento del navío. Más de 350 personas perdieron la vida, y los pocos que lograron sobrevivir, no tienen ni la suerte de poder quedarse en Europa, ya que deberán de volver a sus países natales.





Aunque si bien es cierto que los dos casos tienen matices muy diferentes, sí que demuestran una premisa constante a lo largo de nuestra historia, los débiles siempre pagan el pato. Ya sea debido a las malas políticas estatales, ya sea por la diferencia de clase, ya sea por el sistema económico, siempre son objeto de sufrir las calamidades de una manera mayor que la clase pudiente. Muchos podrán decir que es lógico, que al ser más pobres son más precarias sus vidas, y tienen razón. Lo jodido supongo que es admitirlo y sentirse impotente, ya que mañana mismo habrán otros tantos casos a nivel mundial que demostrarán que las vidas de los de abajo no importa nada, como diría Eduardo Galeano somos los nadie, lo hijos de nada, los dueños de nada.