lunes, 29 de agosto de 2011

Relatos breves nº17: Peaje

Peaje

Era un quince de Diciembre en el peaje número cuarenta y dos entre San. Luis y Utah, en una de esas interminables autopistas que recorrían la zona central de Estados Unidos.Era una noche fría, típica de un clima continental seco. La temperatura rondaba los cero grados. Tommy estaba sentado en la silla escuchando música con sus auriculares a todo volumen. Starway to heaven. Y como era costumbre no pasaba ningún coche, estaba todo desierto. Meses antes tenía más compañeros con los que compartía y amenizaba el turno de noche, pero desde que crearon el nuevo sistema por tarjetas todos habían sido despedidos. Sólo quedaba él en una de las cincuenta y uno cabinas fantasmales. De tanto en tanto pasaba algún camión, pero era extraño, con la nueva carretera estatal, la gente dejó de pasar por allí. Su tía Maggy que le había enchufado en el puesto le decía que seguramente cerrarían la autopista y quedaría fuera de servicio. Para Tommy eso era un fastidio, le encantaba el trabajo. Treintitres horas semanales, mil cuatrocientos diez dólares mensuales. Además allí no hacía nada, se pasaba la noche jugando a la consola, masturbándose con revistas porno, o viendo algún partido grabado de los Chicago Bulls, cuando jugaba Jordan.

Aquél iba a ser un día más. Eran ya las cuatro y once, y sólo habían pasado cuatro camiones por la cabina y un par de turismos. Tommy siempre les cobraba de más y se quedaba la diferencia para comprarse un paquete de tabaco.

Mientras escuchaba el solo del guitarrista de Led Zeppelin observó a la lejanía como se acercaba un coche. Nada raro si no fuera porque iba con las luces apagadas. Que extraño. Tommy se quitó los cascos, se incorporó y observó mejor al turismo. No se lo podía creer un Ford Mustang del 69, completamente negro. Era el coche de sus sueños, el automóvil que esperaba algún día comprarse. El auto se acercó lentamente, su imponente sonido de motor pronto palpitó junto con el corazón de Tommy. El Mustang se paró delante de su cabina. Tenía los cristales tintados y apenas podía ver nada. Tommy se quedó parado al ver que el conductor no bajaba la ventanilla. Simplemente se escuchaba el rum-rum del motor americano. Al cabo de un interminable minuto, el propietario del Ford bajó levemente la ventanilla. Una humareda de humo empezó a desprenderse. Tabaco. Winston.

-Buenas noches caballero, ¿Sabe que lleva una preciosidad de coche?

Solo se escuchó el rum-rum. Tommy se quedó un poco cortado, parecía que el cliente no era muy hablador.

-Esto…no sé si se ha fijado pero lleva las luces delanteras apagadas…esto…puede ser que le multen, se suele poner un coche policial en la salida hacia el sur.

La respuesta del conductor fue el silencio. Rum-rum. Tommy se molestó, tampoco se merecía tal desprecio.

-Veo que no tiene mucho que decir…- sin respuesta- Son seis con sesenta.

El dueño del coche no hizo ningún gesto. Desde la cabina no se podía ver apenas el interior, simplemente una pequeña columna de humo que salía de su interior. Al cabo de casi dos minutos sin respuesta, Tommy decidió llamar al sheriff, pero justo cuando descolgaba el teléfono, la ventanilla bajó. Del interior del Mustang salió una manó de varón llena de tatuajes con un billete de cien dólares. Tommy se fijó en uno que era particularmente raro, era una cruz extraña, con un par de símbolos que desconocía y unas letras I y X. Sin prestar más atención, cobró el importe, refunfuñando entre dientes porque se iba a quedar sin cambio. Cuando fue a devolverle el cambió, observó que el hombre había quitado el brazo.

-Disculpe caballero.

Otra vez igual, sin respuesta. Tommy extendió el brazo hasta llegar casi a la ventanilla.

-Perdone, aquí tiene el cambio.

Nada de nada.

-Ahí se queda cretino.

Justo cuando iba a volver la mano, el cliente con una habilidad pasmosa sacó el brazo y toco el de Tommy. El dinero se cayó al suelo. Mierda. El conductor arrancó rapidísimamente el bólido. Tommy se quedó a cuadros. Estaba loco. De repente se dio cuenta de que tenía en el brazo una esposa, y que la cadena interminable se dirigía hacia el Ford Mustng. Mierda. Tommy se repuso y con una velocidad demencial empezó a intentar sacarse la esposa, sabía que el tiempo jugaba en su contra. Viendo que no podía quitárselas, empezó a intentar romper los eslabones con un destornillador. Tampoco nada. El tiempo jugaba en su contra. “Joder” masculló entre dientes. La cadena comenzaba a tensarse, y sabía perfectamente lo que era eso. Intentó salir por la ventanilla, pero era muy estrecha para su cuerpo. Sin más dilación intentó salir por la puerta e intentar dar un rodeo a la cabina. Eso haría que se equilibraran las fuerzas en los dos lados, pero justo cuando salía por la puerta, noto un fuerte tirón en la mano. Era su fin.

lunes, 22 de agosto de 2011

Soledad

"No atribuyo a la edad las dificultades para entender [la soledad], sino a la época y lugar en que vivimos. Qué se puede esperar de un tiempo que ha convertido la peor pesadilla de Orwell -la omnipresencia del Gran Hermano- en un espectáculo de masas. Una arquitectura que decreta el cristal y la ausencia de tabiques en los espacios públicos, o el modo que tienen tanta gente de charlar por el teléfono móvil sin importarle quién se halle alrededor, son, como el éxito de muchos programas televisivos o el uso indiscreto de las redes sociales en internet, indicios del primado exclusivo de la exterioridad. La intimidad, que tantos siglos costó forjar y defender, es casi una antigualla. O simplemente ya no es, disuelta por la vida verteginosa que sólo parece florecer en las relaciones visibles con los demás. Estar solo es como estar muerto, o incluso peor: una malidicón. Los charlatanes oficiales se encargan de sancionar la perversión: callar es mentir, la sinceridad es proclamar cualquier insignificancia escandalosa, alejarse es ocultar algo turbio. Y sin embargo la intimidad, ese rescoldo pequeño burgués dirán algunos -y acaso con razón-, es un bien, como los cómplices saben".


Enrique Gómez León. De Tarragona a Santiago y Finisterre.

jueves, 18 de agosto de 2011

Una lanza a favor de los católicos

Una lanza a favor de los católicos

No os extrañéis por el título de este post, no me he hecho del Opus Dei ni nada por el estilo, tampoco soy uno de los militantes de estas “juventudes católicas”, pero vaya una cosa si que me gustaría decir, creo que hay que respetar a esta confesión religiosa.

Parece que muchos sectores anticlericales, ateos, anarquistas, etc. Se han alineado en contra de la visita del Papa durante estos días a Madrid, que por si no tenéis ni idea se está celebrando, tanto en la ciudad como a nivel estatal, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ 2011). Si no sabéis muy bien que es esto, pues básicamente son una series de concentraciones con diversas misas y actividades donde se reúnen chavales de todo el mundo, bueno de todo el mundo donde haya católicos. Pues durante estos días estos sectores no muy cristianos, por así decirlo, están intentando dejar claro que la visita del Pontífice no es bien recibida por todos. Han machacado la red y la prensa quejándose sobre la actitud poco laica del gobierno al beneficiar estas Jornadas, y hasta han hecho una manifestación, en forma de rúa, paseando el lema “De mis impuestos, al Papa cero”.

Cabe decir que me parece bien que haya libertad de opinión y que si no te gusta la venida del Papa pues lo reflejes, pero de ahí a pasar a masacrar y desacreditar cualquier acto de estas Jornadas de la Juventud me parece excederse. Total cada dos por tres la castellana o la plaza del Sol está llena de gente ya sea por una celebración de un título deportivo, por una manifestación de algún sector laboral o la venida de Justin Bieber. La visita del Papa al fin y al cabo hará caja para comerciantes, hosteleros y demás beneficiarios por el estilo, tal vez tengan algún beneficio o descuento, pero seguro que a la larga sale rentable, y es que el gobierno español y madrileño puede ser muy católico pero no idiota.

En fin, que los católicos celebren sus fiestas y sus jornadas me parece bien siempre que respeten las leyes y ya de paso que hagan caja en las vacías arcas de nuestro pobre estado.

viernes, 5 de agosto de 2011

Poema de Eduardo Galeno

LOS NADIE



Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir
de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a
cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los
nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie
derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.


Eduardo Galeno