miércoles, 24 de febrero de 2016

Historia del Cine 1964 - Teléfono Rojo Volamos hacia Moscú




¿Cómo ridiculizar una situación histórica? Esta pregunta quizás se la preguntó Stanley Kubrick en 1964 cuando decidió dirigir ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú
Tuvo valor el neoyorkino para hacer una sátira en plena crisis de los misiles. Y es que el mundo a principios de los 60’ se había tensionado hasta lo absurdo: la carrera nuclear, la guerra de las galaxias, la Guerra del Vietnam. 

El filme es desternillante.  En poco más de una hora y media, Kubrick es capaz de convertir un problema de seguridad mundial, en una burla tanto a la URSS como a los Estados Unidos. Precisamente es al país americano al cual satiriza más: un general ido que quiere entrar en guerra, un presidente desautorizado, unos generales ridículos, un científico nazi, un plan estratégico sin sentido, en definitiva una suma de fallos humanos. 

La tensión es continua, y es complicado que suceda este hecho en una película de humor, pero Kubrick a través de un tema de interés general, no olvidemos cuando se grabó el largometraje, sabe mantenerla. 



Buen director, buenas escenas, buenas tensión, buen humor, y en definitiva gran película para visualizar.

viernes, 5 de febrero de 2016

Hombre rico, hombre pobre: retrato de J.F. Ballesteros



Hombre rico, hombre pobre: J.F. Ballesteros.

Ya hace un par de semanas el alcalde de Tarragona nos anunció, junto con Alejandro Fernández y Josep María Prats, un acuerdo de gobierno en el cual los socialistas dejarían de ir en solitario para sumar a la dirección de la ciudad milenaria al Partido Popular, y a Unió Democrática de Catalunya.

Mucho se ha criticado del pacto, pero si dejamos al margen las ideologías, podemos decir que el alcalde Ballesteros ha hecho una jugada de pizarra. Ha vuelto a demostrar qué sigue siendo el político más hábil del consistorio, y sobre todo, se ha ganado el apelativo poco cariñoso de perro viejo. Como buen conocedor de la política tarraconense ha dibujado un panorama amable con su modelo de ciudad, allanándose el terreno para los próximo 3 años. 

Le ha venido, y muy bien, la división de UDC y CDC, y que Josep María Prats se quedara como agente libre. El líder de Unió, se ha espabilado rápido, y después de un fracaso electoral sin precedentes de su partido en las autonómicas y las estatales, ha preferido buscarse un lugar seguro, y sobre todo de alto rendimiento. Ballesteros ha visto el caramelo y lo ha captado al vuelo, lo arropará 3 años en un puesto formidable como responsable de Cultura. 

El casamiento con el PP viene de lejos. Antes de las elecciones exponía que Alejandro Fernández, dejando ideologías aparte, era el candidato que estaba más en forma de cara a las municipales. Ese estilo chulesco, de barrio, prepotente, y seguro de si mismo, le convertían en el rey de la oposición. Al final Ale, Alejandro, se llevó un buen varapalo viéndose superado por Ciutadans y ERC, dos que entraban nuevos. ¿Qué sentido tenía hacer oposición? Pues poca, ya que esa papeleta parece que la CUP, con sólo 2 regidores, la encabeza, seguida de ERC, ICV, C’S, y algo CDC.
Ballesteros y Alejandro se conocen, se entienden, se hablan, y saben lo que quiere cada uno, una habilidad esencial en la política representativa de hoy en día. Ambos comparten la visión imperial de Tarragona, que mucho me temo que se ha incrementado con el reportaje de Ciudades que hizo RTVE. Los JJMM 2017, la apertura del Mercat Central, BCN World, y quien sabe si el corredor del mediterráneo o el paseo marítimo. Seguro que ambos miran desde la Plaça de la Font soñando con esos logros para el futuro. 
No era raro que se entendieran, ambos quieren convertir Tarragona en una ciudad propia de un César.

El momento del casamiento lo marcó el alcalde seguramente, y ha sabido desviar el tema de INIPRO a otro lado, ahora cambia de tema y protege sus flancos. Seguro que ha aprendido muchas cosas de Tarraco Viva. Ahora con 4 del PP y 1 de UDC, suma 14…14! 

El éxito del acuerdo es más brillante si cabe al dejar roto al principal partido de la oposición, Ciutadans, que sigue sin arrancar el motor. ERC, perpleja, hasta pedía cinco minutos de reflexión. CDC desaparecida. CUP, impotente. ICV, pragmática.


Pero todo tiene una cara B. Y el pacto del PSC con PP y UDC puede costarle caro. La imagen es que la ideología política queda en segundo plano. Pactar con el PP en 2016 es como un mal chiste para muchos militantes socialistas, como hemos visto estos días. 

Seguramente sea la última legislatura de Ballesteros, que ha sabido conseguir esa paz que tanto necesitaba su gobierno, pero a cambio deja una hipoteca complicada para el siguiente, que tendrá que explicar cómo el PSC pactó con el PP. Se lo juegan todo al buen desarrollo de los Juegos, y de los proyectos de ciudad, pero ante una situación compleja en la química, no sé hasta que punto es bueno experimentar con proyectos tecnócratas.   



Ballesteros ha sido el hombre rico del PSC este 2016, pero posiblemente su riqueza política puede provocar que su sustituto Villamayor, se pueda convertir en el hombre pobre.