¿Cómo ridiculizar una situación histórica? Esta pregunta quizás se la preguntó Stanley Kubrick en 1964 cuando decidió dirigir ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú.
Tuvo valor el neoyorkino para hacer una sátira en plena crisis de los misiles. Y es que el mundo a principios de los 60’ se había tensionado hasta lo absurdo: la carrera nuclear, la guerra de las galaxias, la Guerra del Vietnam.
El filme es desternillante. En poco más de una hora y media, Kubrick es capaz de convertir un problema de seguridad mundial, en una burla tanto a la URSS como a los Estados Unidos. Precisamente es al país americano al cual satiriza más: un general ido que quiere entrar en guerra, un presidente desautorizado, unos generales ridículos, un científico nazi, un plan estratégico sin sentido, en definitiva una suma de fallos humanos.
La tensión es continua, y es complicado que suceda este hecho en una película de humor, pero Kubrick a través de un tema de interés general, no olvidemos cuando se grabó el largometraje, sabe mantenerla.
Buen director, buenas escenas, buenas tensión, buen humor, y en definitiva gran película para visualizar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario