Soy un psicópata, tengo que confesarlo.
La verdad, no me lo esperaba.
Yo, que siempre he sido un buen chico y nunca me he metido en líos.
Al principio no me lo pude creer, ¿Cómo pudo ocurrir? Muy fácil, te vi, simple y llanamente te ví, y desde entonces supe que tenía que conseguirte. Por eso soy un psicópata, un obseso que sólo basa su vida en tenerte y en lograrte.
Debería estar encarcelado en algún lado, pero ya me ves, aquí, como si fuera un ciudadano más, pero en el fondo tengo una mente maquiavélica que controla todos tus pasos, todos tus movimientos, todos tus pensamientos ¡y ni siquiera te has dado cuenta!
Esta claro que no estoy bien, te persigo a todas horas, y cuando no te persigo, te pienso. La cabeza me va a explotar algún día de estos. Me hablan y pienso en ti, tomo una cerveza y pienso en ti, me acuesto y pienso en ti. 24 horas. Me parece raro que no te hayas dado cuenta.
Sí, soy yo, el que se madruga todas las mañanas para verte salir del portal. Sí, soy yo, el que te sigue con el coche para saber que lugares visitas. Sí, soy yo, el que te espía cuando sales de compras con las amigas. Sí, soy yo, el psicópata de la calle de debajo de tu casa.
Lo he pensado, y esto de estar trastocado mentalmente no es tan malo como la gente pinta, ¡qué va! Ahora ya no pienso ni en política, ni en deportes, ni en nada. Ahora sólo me centro en ti.
Llevo días queriendo decirte algo, algo importante, algo que quizás cambiará el sentido de tu vida, algo magnífico que te puede pasar. A ver si me atrevo. Es raro ¿no? Soy un psicópata, pero a la vez soy un cobarde. Iluso de mí, creía que venía de serie.
Me hace gracia, cuando hablo contigo es como jugar al ajedrez, siempre intentando mover la ficha acertada con el único y principal objetivo de hacer un jaque mate. Tú ni siquiera te das cuenta. No es por echarme flores, pero lo hago bien.
Me importa muy poco que digan los demás. Que hablen.
Y si me dices que sí…
Creo que tengo un tumor en la cabeza con tu nombre grabado. No me lo puedo quitar, y la verdad es que tampoco quiero. ¡Qué crezca! Que se haga fuerte y que perdure.
Hoy te volveré a ver, y seguro que me volverás a sonreír. Eso para un psicópata es como una dosis de morfina para un yonkie. Eso sí, es la dosis para un día, mañana querré más, y pasado aun más.
Me despido. No te enfades conmigo, es una enfermedad mental, no le puedo hacer nada, tal vez debería visitar a un psicólogo, o tal vez debería visitarte a ti.
Besos, tu psicópata favorito.
La verdad, no me lo esperaba.
Yo, que siempre he sido un buen chico y nunca me he metido en líos.
Al principio no me lo pude creer, ¿Cómo pudo ocurrir? Muy fácil, te vi, simple y llanamente te ví, y desde entonces supe que tenía que conseguirte. Por eso soy un psicópata, un obseso que sólo basa su vida en tenerte y en lograrte.
Debería estar encarcelado en algún lado, pero ya me ves, aquí, como si fuera un ciudadano más, pero en el fondo tengo una mente maquiavélica que controla todos tus pasos, todos tus movimientos, todos tus pensamientos ¡y ni siquiera te has dado cuenta!
Esta claro que no estoy bien, te persigo a todas horas, y cuando no te persigo, te pienso. La cabeza me va a explotar algún día de estos. Me hablan y pienso en ti, tomo una cerveza y pienso en ti, me acuesto y pienso en ti. 24 horas. Me parece raro que no te hayas dado cuenta.
Sí, soy yo, el que se madruga todas las mañanas para verte salir del portal. Sí, soy yo, el que te sigue con el coche para saber que lugares visitas. Sí, soy yo, el que te espía cuando sales de compras con las amigas. Sí, soy yo, el psicópata de la calle de debajo de tu casa.
Lo he pensado, y esto de estar trastocado mentalmente no es tan malo como la gente pinta, ¡qué va! Ahora ya no pienso ni en política, ni en deportes, ni en nada. Ahora sólo me centro en ti.
Llevo días queriendo decirte algo, algo importante, algo que quizás cambiará el sentido de tu vida, algo magnífico que te puede pasar. A ver si me atrevo. Es raro ¿no? Soy un psicópata, pero a la vez soy un cobarde. Iluso de mí, creía que venía de serie.
Me hace gracia, cuando hablo contigo es como jugar al ajedrez, siempre intentando mover la ficha acertada con el único y principal objetivo de hacer un jaque mate. Tú ni siquiera te das cuenta. No es por echarme flores, pero lo hago bien.
Me importa muy poco que digan los demás. Que hablen.
Y si me dices que sí…
Creo que tengo un tumor en la cabeza con tu nombre grabado. No me lo puedo quitar, y la verdad es que tampoco quiero. ¡Qué crezca! Que se haga fuerte y que perdure.
Hoy te volveré a ver, y seguro que me volverás a sonreír. Eso para un psicópata es como una dosis de morfina para un yonkie. Eso sí, es la dosis para un día, mañana querré más, y pasado aun más.
Me despido. No te enfades conmigo, es una enfermedad mental, no le puedo hacer nada, tal vez debería visitar a un psicólogo, o tal vez debería visitarte a ti.
Besos, tu psicópata favorito.
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