viernes, 23 de octubre de 2015

lunes, 12 de octubre de 2015

Frecuencia: Marylin Manson







Marylin Manson - Nobodies



Today i'm dirty, i want to be pretty
tomorrow i know i'm just dirt
Today i'm dirty, and i want to be pretty
tomorrow i know i'm just dead
We are the nobodies
we want to be somebody's
we're dead, we know just who we are 
Yesterday i was dirty, wanted to be pretty
i know now that i'm forever dirt
yesterday i was dirty, wanted to be pretty
i know now that i'm forever dirt
We are the nobodies
we want to be somebodies
we're dead, we know just who we are
Some children died the other day
we fed machines
and then we prayed
beefed up and down, and mortified 
you should've seen the ratings that day! 
We are the nobodies
want to be somebodies
we're dead, we know just who we are 

jueves, 8 de octubre de 2015

Cuando el fin se convierte en medio



Cuando el fin se convierte en medio



Es de todos sabido la célebre frase que se mal atribuye a Maquiavelo de que el fin justifica los medios. Una frase constantemente debatida en política y que depende para que se utilice puede tener un significado u otro, pero realmente ¿cuál es el fin?

Esta pregunta siempre va acompañada en el espectro espacio-temporal en el que te encuentres. Siguiendo las tesis postmodernistas, que rompen con el providencialismo clásico de autores como Hegel o Marx, con esa famosa frase de que la historia ha muerto, que a su vez se nutre de la de Nietzche donde avanzaba la muerte de Dios, nos encontramos en una época muy particular, aquí ya no hay una división de clases tan hegemónica como existía en el novecento europeo, más bien hay un popurrí de clases trabajadas por una élite capitalista que ha entendido mucho mejor la situación nueva en la que nos encontramos, donde la mayor cultura es la cultura de masas: un teatro de 24 horas retransmitido a través de nuestro tótem hecho de leds.

Entrando en situación, y dejando de banda conceptos temporales más propios de la filosofía, lo primero a determinar es de dónde partimos para saber bien cuál es el fin. Pues bien, en clave histórica (o no-histórica), actualmente nos encontramos en una sociedad organizada a través de estados delimitados por fronteras geográficas, económicas o políticas, o combinaciones de las tres. La forma de gobierno de estos Estados responden a realidades históricas observando monarquías (absolutas, constitucionales,…), repúblicas, y dictaduras. El algunos casos nos encontramos Estados fallidos, como es el caso de Somalia, o parte de territorios de algunos Estados, pero en general la mayoría tienen gobiernos más o menos determinados políticamente. 
En lo que nos concierne a España a día de hoy es una Monarquía parlamentaria en la cual el poder ejecutivo reside en un cámara de 350 diputados elegidos por sufragio universal mayor de 18 años. Esta cámara elige por mayoría absoluta al equipo de gobierno que se encargará de gobernar durante los cuatro años de legislatura, el gobierno tiene potestad para llevar a cabo presupuestos que se establecen anualmente, y para decidir sobre una serie de aspectos que están recogidas en una Carta Magna o Constitución, que en el caso español data de 1978.

Hasta aquí, nada nuevo, todo lo dicho son cosas generalmente sabidas por cualquier ciudadano, pero que matizo para exponer quién realmente decide en un país, y qué puede y no puede hacer un gobierno. ¿Un gobierno puede cambiar leyes? Depende de cuales, si se trata de cambiar la ley magna, necesitará 2/3 de la cámara, si son reales decretos mayoría, y así sucesivamente en reglamentos autonómicos, provinciales, y municipales. Podemos decir que en un principio un gobierno tiene potestad para todo, pero ¿es realmente así? ¿puede salir España del Euro a través de un gobierno? ¿y de la OTAN?, ¿puede abolir un gobierno la propiedad privada? La respuesta a todas estas preguntas es que sí, pero ¿por qué si pueden hacer todo esto ningún partido político se atreverá? Pues la respuesta común es que no es positivo económicamente, que traería el Estado a una situación caótica, y que nos iríamos a la mierda en resumidas cuentas. Ésta respuesta no va muy alejada de la realidad desde la perspectiva política actual y dentro del marco social que nos encontramos, porque si salimos del euro los otros Estados presionarán o bien para que volvamos o para que nos hundamos en la miseria, si salimos de la OTAN directamente nos quedaríamos aislados geopolíticamente y si abolimos la propiedad privada empezaría una guerra civil. En definitiva, cualquier gobierno que quiera hacer un cambio atrevido cae en el peligro de ser secuestrado por los mercado económicos en cero coma, con lo cual ¿quién gobierna el Estado? Pues está claro que en un sistema capitalista es el Capital, es decir la pasta, y a través de esa lógica quien tenga más dinero más influyente será.

Vuelvo a cambiar de párrafo, y no he dicho nada nuevo, más obviedades, pero que necesito exponer para seguir. Pues bien si el poder de cambiar el sistema reside en el capital y no en las urnas, ¿cómo se puede tomar? La respuesta más sencilla es creando un ente empresarial, o lobby, más poderoso que los actuales existentes tipo Club Bilderberg o Montsanto, y a partir de ahí partir el bacalao’,  es decir, destituir gobiernes no afines, utilizar los medios para favorecerte, y liquidar a aquellos que estén contrarios a tu forma de pensar. Pero como parece complejo, y sobretodo bastante inviable sólo existe otra forma: cambiar la sociedad. Decía un libro que el poder reside donde los hombres creen que reside, y es precisamente la clave de un nuevo futuro. Si se quiere cambiar este modelo social capitalista, precisamente se tiene que cambiar ese concepto, en el sistema capitalista la clave es el dinero, es la fuente de fuerza, de poder, si se logra entender que la fuerza no reside en el dinero sino en el colectivo social todo cambia. Y a qué me refiero con ¿colectivo social? Pues ni más ni menos que a una sociedad que sustituya los Estados actuales por sociedades colectivas donde la máxima no sea tanto [dinero] tienes, tanto vales, más bien: tanto [valor social aportas], tanto vales. 

Llegados hasta aquí, corro el riesgo de ser considerado un socialista utópico propio del siglo XIX. ¿Qué quiero decir con toda esta tesis? Pues primero: que los gobiernos surgidos de sistemas capitalistas no ostentan el verdadero poder, y simplemente podrán hacer medidas naif, que jamás acabarán con la brutal desigualdad social que tenemos en nuestro país y en el resto del mundo, en donde tu vida está condicionada totalmente por el factor socioeconómico donde te encuentras. Segundo, que para cambiar el modelo de sistema hay que demostrar que el poder no reside en el dinero sino en la sociedad, con lo cual se debe crear un movimiento social lo suficientemente fuerte como para desvirtuar las creencias actuales. 

Dicho esto, pudiese parecer una tesis clásica del anarquismo, pero no es así exactamente. A diferencia de los anarquistas los gobiernos actuales no son elementos inoperativos, inútiles para el ideal comunista-libertario, y a diferencia de los comunistas los gobiernos no son fines en sí para cambiar el modelo social, los gobiernos son medios que pueden propiciar el cambio, pero sin subyugar que el verdadero poder reside en la unidad popular de la sociedad, en la capacidad de la misma de poder hacer y deshacer todo lo que le plazca. 

En definitiva, controlar gobiernos no es sinónimo de victoria sin un poder real en la calle, sin una capacidad de movilización. Todavía recuerdo cuando el alcalde de Marinaleda, Gordillo, expropió sólo uno de los centenares de miles de supermercados de este país, los poderes fácticos temblaron, imaginaros si ese simple hecho hubiese pasado en 5 supermercados más. Los partidos deben ser utilizados para poder poner gobiernos que apoyen el fin (la justicia social), pero el cambio no llegará a través de ningún gobierno, llegará a través del movimiento popular.



Cuadro: Ahora es el momento de Jean-Michel Basquiat