sábado, 28 de enero de 2017

Seducción política



"Y es que para seducir, sugestionar, o inducir a la acción a multitudes no hace falta tanto argumentar de manera bien trabada como comunicar pasión o apelar a valores éticos. Aristóteles lo observó, hace muchos siglos, y su formulación sigue teniendo interés hoy: de los tres "modos de persuasión" retóricos existentes, al orador político no le interesa tanto el logos (argumentación a base de pruebas racionales) como el ethos (demostración de honradez y credibilidad personal) y el patos (poder de suscitar emociones entre sus oyentes). Lo que sobre todo importa es "cómo presenta el orador su propia personalidad [...] cómo hace suponer a los oyentes que está en cierta disposición hacia ellos y cómo los conduce al estado emocional adecuado".

El discurso político tiene poco que ver con el científico. El científico parte de unas hipótesis sobre el funcionamiento del mundo externo y plantea, a partir de un desarrollo lógico coherente, nuevas cuestiones ofreciendo, en los casos más audaces, posibles respuestas. El político, en cambio, no podrá existir sin las respuestas, pues lo que busca no es conocer, sino tranquilizar, aportar seguridad a una colectividad humana y ganarse, de esa manera, el derecho a conducirla. Si a algo se aproxima, desde este punto de vista, es a la religión y no a la ciencia.



José Alvaréz Junco en Alejandro Leroux. El emperador del paralelo.