En 1999 se estrena en los cines “El Club de la Lucha”, una película dirigida por David Fincher y escrita por Jim Uhls. El filme está basado en el libro homónimo escrito por Chuck Palahniuk.
La historia va sobre un hombre que, harto de la monotonía de la vida y con un vacío existencial, genera una bipolaridad mental sin él darse cuenta. Su alter ego es Tylor Durden, protagonizado (¿cómo no?) por Brad Pitt. Durden es todo lo que el narrador quiere ser: listo, atrevido, guapo y anárquico. Pero, en su proceso kafkiano se cruza Marla Singer, otra chica con severos problemas que también está en busca de sí misma.
Durden, en sus ansias de crear un espacio donde imponer su forma de pensar crea el Club de la Lucha. Un espacio en el cual el nihilismo impera por encima de todo.
Tanto la película como el libro no tuvieron muy buena aceptación por parte de la crítica, pero no tardaron mucho en convertirse en obras de culto.
En poco tiempo pasaron cosas como que marcas como Dolce & Gabanna, Gucci o Versace comenzaron a imitar el look ‘club de la lucha’, o jóvenes se marcaban las manos con ácido y superglue, o se abrían clubs de la lucha clandestinos por todo el mundo, o estudiantes universitarios pelearon por sus derechos a pegarse durante la noche, o se abrían páginas pornos con el club de la lucha del barro, o que chicos se cambiaran el nombre por Tyler Durden, o se crearán graffitis que pusieran Tyler Durden vive, o hubiera una ola de camisetas en Texas que ponían ‘Salvar a Marla Singer’.