Aun recuerdo el primer día de Selectividad, había un cartel donde ponía el porcentage de aprobados
y se veía claramente una columna roja muy grande, y al lado casi humillante una minúscula barra
verde. La roja pertenecía a todos los aprobados según me fijé era el 95% y la verde era los suspendidos.
Cuando entré a la aula con otros 29 alumnos, el hombre que repartía los examenes comentó que la mayoría de
gente que suspendía era por nervios así que estuviesemos relajados.
Un calculo me hizo saber que hay un 1 o 2 por ciento restante que ha suspendio por vagos y maleantes.
Vaya, casualidades de la vida yo fuí uno de ellos. Lo sabía.
Tampoco es que me extrañara mucho, no estudié basicamente porqué no tenía ganas.
La verdad es qeu el transfondo es mucho mas complejo sería como unir un rompecabezas gigante. Así debe ser nuestro cerebro.
Total que os escribo esto porque mi histroia es muy parecida a la del chaval de la siguiente historia.
El diario EL PAIS cada día de este mes ha publicado una página de su diario. La verdad es que merece la pena leerlo. Bajo es seudónimo de Carlos Cay:
ME CAGO EN MIS VIEJOS
DIA 1
Qué vacile cagarme en mis viejos así, por escrito, públicamente, en un periódico (en un periódico de gran tirada, que diría el viejo), cagarme en ellos desde el mismo diario que leen, llevo viéndoles leer este puto periódico desde que comencé a andar. Qué gusto, qué flipe, qué gozada sobre todo que no sepan que soy yo el que se caga en ellos, el que se va a cagar en ellos (si Dios quiere, que diría mi abuela) durante todo el mes de agosto, día a día, porque no pienso hacer otra cosa, ya que me han obligado a venir a este pueblo de mierda (no lo digo yo, lo dicen los de aquí), cuando lo que quería era quedarme en Madrid, solo, solo en casa, solo sin ellos, solo sin nadie, solo, todo un mes, quince días al menos, solo, solo, solo, solanas, no sé lo que es eso, estar solo y hacer lo que me salga de.
Me han suspendido la selectividad, de la que me habían permitido examinarme por si sonaba la flauta, y ya tengo 18, soy mayor de edad, además de un inútil (repetí segundo) y dicen mis padres que hasta aquí hemos llegado. Me piré de casa dando un portazo, porque estaban empezando a taladrarme, y caí en la de Javi, El Risas, mi colega, cuyo viejo, que trabaja en EL PAÍS, escuchó desde el otro lado de la puerta cómo me cagaba en mis padres y entró en la habitación para proponerme que me cagara con método, y cobrando, durante todo el mes de agosto. Con seudónimo, añadí yo, con expresión de hombre de negocios. Con seudónimo, dijo él, vale, a ver si eres capaz de cagarte treinta y un días seguidos en tus padres en vez de cagarte en el que te suspendió la selectividad. Iba a darme la brasa y le mandé a la mierda de buenas maneras, para no perder el curro (y la venganza) que me acababa de proporcionar. Y aquí estoy, en la habitación de siempre de la casa de verano de toda la vida, cagándome en mis viejos en 1.900 caracteres que son como 1.900 boñigas apestosas, mientras ellos creen que hinco los codos.
DIA 2
No ha pasado nada. No es que esperara que pasase, pues lo he cambiado todo para que no me reconocieran. Pero de repente, al ver publicado el texto que envié ayer al periódico, me entró una paranoia. Lo leí primero en Internet, para no levantar sospechas, pero luego, cuando los viejos bajaron a la playa, abrí el periódico de papel (el viejo lo compra a primera hora, con el pan) y me rayó mazo ver el título de la sección y mi seudónimo. No me dijeron que fueran a ilustrarlo. Con el dibujo canta más, como cuando te maqueas. Si se enteran, me matan. Peor que eso: no me matan. Se sentarían a hablar. Se empeñan en hablarlo todo, eso es lo que me mata, hablar. Me dieron ganas de llamar al periódico y decir que no seguía, pero me tomarían por un pringao.
Aquí estoy, pues, como un joven psicópata, poniendo a parir a mis viejos en la habitación de al lado a la que ellos duermen la siesta. El horror (yo) vive en la habitación de al lado. Por una parte, me gustaría que leyeran esto y por otra que no. Mi madre me daba el pecho leyendo EL PAÍS, eso dice, es muy fuerte. A veces, en la comida, les oigo comentar un artículo de Fulano o Mengano. Lee este reportaje, le dice mi vieja a mi viejo, o viceversa, pero no han dicho nada aún de Me cago en mis viejos. Al menos yo no les he oído. No se coscan. Me los estoy imaginando. ¿Has leído eso de me cago en mis viejos? No, qué es. Un crío que piensa cagarse en sus padres, con un seudónimo, durante todo el mes de agosto, para celebrar que le han suspendido. Será una de esas historias de verano. A lo mejor. De repente, imagino al viejo diciendo que no escribe mal el condenado crío y me parto de la risa. Pertenecen a esa categoría de padres comprensivos de mierda, de modo que no me extrañaría. Mi viejo se ha levantado (conozco el sonido de sus pasos), ha salido al pasillo, ha abierto la puerta de mi cuarto, ha asomado la jeta y me ha dicho que qué tal. Bien, bien, le digo yo, aquí, con la selectividad de los cojones.
DIA 3
Ayer, en la comida, hablaron por primera vez de Me cago en mis viejos. Yo estaba mirando al vacío para joder, porque les preocupa que mire al vacío. ¿Dónde estás?, me dicen, baja un poco a la Tierra y paridas así. Yo estoy en la Tierra, siempre estoy en la Tierra, no saben ellos hasta qué punto estoy en la puta Tierra, pero me gusta aparentar que me piro, para fastidiar. A veces, mi madre le hace una seña a mi padre, como diciendo otra vez. El caso es que estaba practicando una de esas ausencias que tanto les rayan cuando mi padre me hizo regresar para recomendarme la lectura de Me cago en mis viejos. De qué va, le digo. De un chico que veranea con sus padres a la fuerza, como tú. ¿Y se caga en ellos?, pregunté. Eso dice, que se va a cagar en ellos todo el mes. Ya sabes que no me gusta leer, dije para molestar, dando por cerrada la comunicación. Cambio y corto, punto pelota.
Mis padres habrían dado cualquier cosa por tener un hijo lector. Consideran que la lectura es un bien superior. Y yo leo a veces, pero a escondidas, para no crear precedentes. No obstante, el hecho de que sigan esta serie me obliga a extremar las precauciones, a inventar todo el rato. Me cuesta un huevo inventar, decir las cosas de un modo distinto a como en realidad sucedieron, pero a ver, si no invento me cazan. Podría haber hecho esto en un periódico que no leyeran ellos, en un gratuito de los que regalan en el metro. Claro que entonces, maldita la gracia. No sabía que me iba a gustar esta sensación de peligro. ¡Menos mal que este verano no hay que perseguirte para que estudies!, grita mi madre desde el otro lado de la puerta, sin atreverse a entrar, para asegurarse de que no estoy dormido o meneándomela. Y yo le digo que no me desconcentre. A veces tengo dudas con las comas, pero en el puto periódico me las ponen en su sitio. Ésta es mi tercera entrega. Jamás llegué tan lejos en un proyecto, y me lo estoy sacando con la gorra. Por cierto, me cago en mis viejos, que para eso me pagan.
DIA 4
Me ha llamado mi hermana mayor. Mi hermana mayor está casada y tiene un crío de nueve o diez años. A la segunda frase me he dado cuenta de que me llamaba por encargo de los viejos y se lo he dicho. Te han dicho los viejos que me timbres. No, por qué. Porque sí, porque lo noto, hostias, diles que sí, que estudio, pero que no me den la vara. Mi hermana ha permanecido en silencio, ha suspirado, ha colgado cabreada y luego me ha vuelto a llamar. Mira, sí, dice, están preocupados contigo porque pasas mucho tiempo en la habitación. Por lo visto no has bajado a la playa todavía, ¿te ocurre algo? De modo que no era porque salía, sino porque no salía. Me dieron la monserga con que estudiara, con que nada de estar todas las noches por ahí, de baretos, hasta las tantas y ahora resulta que se preocupan porque no salgo. De lo que no salgo es de mi asombro... (aquí vendría un taco, pero me han dicho en el periódico que modere un poco mi lenguaje). Diles que estoy bien, le digo a mi hermana, pero que he cambiado, que me he vuelto un empollón de repente.
Salgo de la habitación en busca de un poco de aire y me encuentro en la cocina con mis viejos y unos amigos de mis viejos. Nos miramos como si ellos fueran marcianos para mí y yo marciano para ellos. Han traído marisco y se disponen a cocinarlo. Yo pongo cara de asco, para fastidiar. Soy el gusano de la fruta. ¿Ves la cara de un tío cuando abre una manzana y encuentra dentro un gusano? Ésa es la cara de mis padres y de los amigos de mis padres cuando abro la puerta de mi cuarto y me ven salir. Me la suda. Que no me hubieran obligado a venir. Lo cierto es que al mear me he visto en el espejo y parezco un gusano de seda. Todo el mundo está más o menos moreno y yo sigo pálido. Rostro pálido. Si yo fuera mi hijo, me preocuparía. Pero no soy mi hijo, sino el hijo de ellos. Que se preocupen ellos. Yo bastante tengo con sacar adelante este diario, tío.
DIA 5
Así que los viejos están preocupados porque no salgo, qué cacao. Es un descubrimiento, mira tú. De pequeño ensayaba gestos de pena en el espejo del cuarto de baño. Creo que siempre he querido darles pena, qué bichos raros somos. Lo que ahora quiero es que me manden a Madrid, que se harten de verme la jeta y digan vale, ganas, no nos vas a amargar las vacaciones, vete a Madrid, ábrete, sal de nuestras vidas. ¿Pero sabrás cuidar de la casa, prepararte la comida, fregar los cacharros, limpiar y planchar la ropa? Imagino que me dicen eso y que yo contengo las ganas de saltar de alegría. Pero no cae la breva. Ayer les oí discutir. Por mí. La vieja, dada las circunstancias, consideraba que quizá se habían columpiado un poco. Estaría bien que aprobara la selectividad, dijo, pero no a cualquier precio. Míralo, está cada día más delgado, más pálido, le pasa algo. El viejo decía que ni hablar de dar marcha atrás. Luego cambiaron de posición y el viejo dijo que bueno, que quizá fuera mejor facturarme a Madrid. La vieja en cambio decía que era un disparate. Carlos solo, en Madrid, en pleno mes de agosto... A veces les pasa eso, intercambian los papeles, pero no se dan cuenta.
La vieja ha entrado en la habitación, ha hecho así con la nariz, y me ha dicho que no fume tanto. Y espero que sea sólo tabaco, ha añadido. Me he traído una bellota de has. Por la noche me hago un peta, para relajarme, y me la meneo antes de dormir. El otro día encendí uno para escribir esta mierda, a ver si me salía mejor, y al principio parecía que sí, pero luego no tenía ni pies ni cabeza. Es la primera vez que me preocupa que las cosas tengan cabeza y pies. Me acuesto pensando en estos 1.900 caracteres y me despierto pensando en ellos también. A veces sueño que ha llegado la hora de enviarlos y que no me han salido. Entonces envío 1.900 boñigas a lo loco y las publican y nadie se da cuenta porque nadie las lee. Me despierto sudando, como un agonías de mierda.
DIA 6
un chico de mi instituto se encerró un día en su habitación y no volvió a salir, aún no ha salido. La cosa viene de Japón. Me dijo Javi, El Risas, que buscara en Internet las palabras Hiki Komori y ahí venía todo, miles de artículos sobre el tema, o la tema, que dice un cani de mi clase. No salen de la habitación más que para ducharse muy de vez en cuando y siempre a escondidas, o de noche, como ratas o cucarachas, para que nadie les vea. Las madres de estos frikis les dejan la comida en la puerta y ellos abren, cogen la bandeja, comen, y vuelven a dejarla donde estaba. Se pasan el día durmiendo y por la noche chatean, buscan cosas en Internet, ven películas que se bajan de la Red, escuchan música. Viven instalados en el mundo virtual. Tienen héroes, uno de ellos es Unabomber, un tipo que enviaba cartas bomba por correo, estuvo años enviando cartas bomba y no le pescaban. Hasta que metió la pata no sé cómo. Se confiaría. Es matemático, un matemático acojonante por lo visto. Ahora está en la cárcel, en plan Hiki Komori, en una celda, no sé a qué se dedica.
Imagino que me convierto en un Hiki Komori y me doy miedo, no mucho miedo, pero un poco de miedo sí. Creo que para ser un Hiki Komori tienes que estar muy especializado en algo, en biología o en matemáticas o en ajedrez. Tienes que tener una obsesión a la que dedicar las 24 horas del día. Pero yo no estoy especializado en nada. Me gusta la música, claro, y los cómics, claro, y el cine, claro, y los videojuegos, claro, pero ninguna de estas cosas de un modo total. El año pasado me inventé una historia para un videojuego. La tengo por ahí, en un cuaderno. Mientras comíamos, le he preguntado a mi viejo si sabía lo que era el Hiki Komori. Ni idea, dice. Son chicos, en Japón, que se meten en su cuarto y no vuelven a salir de él, digo yo. Mi padre ha carraspeado y ha cruzado una mirada de pánico con mi madre. Luego han cambiado de conversación. Que sufran.
DIA 7
Mi viejo ha tenido que hacer un viaje relámpago a Madrid, cosas del curro. Nos hemos quedado solos mi vieja y yo. Me ha preguntado por Hiki Komori. Le he dicho que no sabía más que lo que les había contado, que entre en Internet, hay mucha información. Me ha dicho que por qué no la acompañaba a la playa y le he dicho que no fastidie. No fastidies, vieja. Creo que ha llorado y ahora estoy jodido. Por la noche, cuando veía la tele, le he dado un beso y le he dicho que iba a salir, para que no se preocupara. Casi me da las gracias la pobre. Soy un psicópata. El caso es que he salido para que no pensara que me he convertido en un Hiki Komori o en un Unabomber y me he fumado unos petas con la peña. Había una chica que me ha mirado y yo la he mirado, pero luego no ha pasado nada. Sé mirar a las chicas, pero no sé acercarme a ellas, no sé hablarles, me cago en tal, no molo, la pifio a la tercera frase. A ellas les gustan los golfos, los malotes, y yo no tengo madera. Tengo más vocación de Hiki Komori que de golfo o malote. También tengo vocación de Unabomber. He estado investigando en Internet y es un tipo total, un genio, un crack. En realidad, se llama Theodore John Kaczynski. Estuvo enviando bombas durante 18 años para acabar con el progreso técnico. Cuando le pillaron era el tipo más buscado del FBI.
Si consigues ser el tipo más buscado del FBI, ya tienes una biografía. Ser el más de cualquier cosa está bien, incluso ser el más mierda de los mierdas. Ahí tienes a Bush, en eso están de acuerdo hasta mis viejos. Muchas veces he soñado con ser delincuente, me frena la idea de que eso mataría a mi vieja. Mi viejo lo soportaría, creo, pero ella se daría a la pena. Es otra de las cosas por las que me cago en ellos, porque no me dejan libertad para ser lo que quiero y lo que quiero es vivir mi vida, quizá asaltar bancos en vez de meterme en la cabeza toda esta basura de la selectividad. Tiene cojones el nombre, selectividad.
DIA 8
Mi viejo ha vuelto de Madrid y se ha encerrado con mi vieja, para parlamentar. Algo no va bien en su curro. Lo quieren jubilar o prejubilar, está en la edad. Mi viejo en plan jubilata, no me lo imagino. Me tuvieron cuando eran mayores, en un momento de crisis matrimonial (ellos no saben que lo sé), para no divorciarse. He crecido con la idea de ser una especie de pegamento, un engrudo, una cola. Si yo desaparezco ellos se van a la mierda. Duro destino el de los hijos de padres mayores, me digo para dramatizar. Mi hermana fue más normal que yo. De todos los amigos de mis viejos, ellos son los únicos que no se han divorciado y han hecho de eso una bandera. He escuchado parte de la conversación. Mi vieja, que es funcionaria y tiene un curro seguro, le ha reprochado que no hiciera en su momento oposiciones. Mi viejo quería triunfar, todavía sueña con triunfar, llama triunfar a escribir una novela, tiene esa idea metida en el tarro desde siempre. A veces, invento tanto cuando escribo esta mierda, para no delatarme, que pienso que estoy escribiendo una novela. Sería cojonudo que me convirtiera en uno de esos hijos que realizan los sueños de sus padres.
De momento he estado trabajando en el guión del video-juego que tenía abandonado. Es lo que tiene ser un Hiki Komori, que hay tiempo para todo. Trata de una familia de tres, los viejos y un hijo de mi edad (puta casualidad). Los viejos viven en una habitación y el hijo en otra. Un día, por razones paranormales, desaparecen las puertas de las habitaciones y se quedan aislados. El juego consiste en encontrar el camino para llegar a la habitación de los padres si te identificas con el hijo, o a la del hijo si te identificas con los padres. En el suelo de cada habitación hay una trampilla disimulada que conduce a un sótano laberíntico que une los dos cuartos. Se lo conté a mi colega, el Risas, una noche que estudiábamos juntos, y me dijo que era muy metafórico. No te jode.
DIA 9
La atmósfera se ha vuelto irrespirable debido al problema laboral de mi viejo, por el que ni he querido preguntar ni ellos me han informado. Prefiero no saber. Mi vieja trata todo el rato de animarle. Tendrás tiempo para escribir, le dice, que es lo que siempre has querido hacer. Me pone de los nervios que le diga que tendrá tiempo para escribir. Me matan los remordimientos cada vez que escribo una frase para este puto diario, como si me dedicara a algo que no me pertenece, como si le hubiera arrebatado al viejo algo que no es mío. Me siento peor que cuando le birlo billete de la cartera. Ayer no fue a comprar el periódico, hoy tampoco. Por un lado, pensé, casi mejor. Por otro, me jodía cantidad, porque ya me había acostumbrado a leerme en el papel, además de en Internet. El papel mola, hace que las cosas parezcan reales. Me dan ganas de recortar la sección. Soy un antiguo.
Por la tarde, fui a la plaza del pueblo, compré EL PAÍS y me metí a leerlo en un bareto. O sea, que compré EL PAÍS y me metí a leerlo en un bar. ¿Me estoy convirtiendo en mi viejo o qué? Y no es sólo eso. Ayer, por ejemplo, el viejo no se afeitó, y esta mañana tampoco, lo que es rarísimo en él, quiero decir que es como para preocupar, porque lo primero que hace cuando se levanta es afeitarse, aunque esté de vacaciones, aunque vaya con el tiempo pegado al culo, aunque hayan anunciado el fin del mundo. Yo, en cambio, me afeito cada seis o siete días, para molestar, pues sé que a los viejos no les gusta. Pues bien, ¿qué es lo que he hecho esta mañana? Bingo: afeitarme. Me he afeitado, luego me he hecho el encontradizo en la cocina con él, le he dado un beso rápido (una amenaza de beso más bien) y le he dicho que rasca, que es lo que suele decirme él a mí. Me dice eso y que no me abandone. Esto último no se lo he dicho porque me parecía muy fuerte. De manera que en un solo día he comprado el periódico, lo he leído (he leído las secciones que estaban cerca de la mía, para comparar) y me he afeitado. De locos.
DIA 10
A mis viejos les han ofrecido venderles esta casa en la que veranean desde antes de que yo naciera. Siempre han soñado con ello. Era una de las conversaciones de todos los veranos. Si nos vendieran la casa y pudiéramos arreglarla a nuestro gusto. Si pudiéramos hacer una obra en la cocina. Si pudiéramos tirar un tabique y unir la despensa al salón. Si pudiéramos acristalar la entrada, cambiar las puertas, adecentar el sótano... Es una casa de mierda, de una sola planta de mierda, con una especie de jardín delantero de mierda y un patio trasero de mierda que a mis viejos les vuelve locos porque tiene las tapias muy altas y "resulta imposible saber dónde estás". Esto de no saber dónde estás tiene para ellos un rollo incomprensible. Es verdad, te metes ahí y no sabes dónde estás, sólo sabes que estás jodido, que estás hecho polvo, que te están comiendo los gusanos, pero el hecho de no saber si los gusanos se están dando el festín en México, en Alicante o en Tegucigalpa proporciona un flipe fuera de lo común. Cuando yo era un chinorro, ahora también, mis viejos salían a ese patio con una botella de vino y un paquete de tabaco, ponían música y se pasaban las horas muertas. Ya no fuman, pero continúan bebiendo y escuchando música.
Pues les han ofrecido la casa justo ahora, en medio de la crisis ésta de los cojones y cuando mi padre tiene problemas en el curro. Por lo que he podido averiguar, la cosa no es tan grave. Lo jubilan anticipadamente y pierde un 30% o así de su salario. Yo estoy dispuesto a rebajar en un 30% mis necesidades, pero ellos parece que no. Me ha llamado mi hermana para preguntarme si el viejo está muy jodido y le he dicho que sí, que está jodido, pero yo no tengo nada que ver, hasta ahí podíamos llegar. Esa casa era el sueño de su vida, dice ella, quería arreglarla para retirarse a escribir. Qué manía con escribir. Al final van a conseguir que me sienta culpable, pero ya me dirás de qué coño tengo yo la culpa.
DIA 11
Estoy acojonado. Resulta que ayer, cuando mis viejos salieron a cenar, entré en su habitación y husmeé un poco. Lo he hecho toda la vida, no sé por qué (sí lo sé, pero no viene al caso). En la mesilla de noche de mi viejo había un libro que hojeé al azar, deteniéndome en un subrayado que decía así: "Para triunfar en la vida es preciso creer en algo, o sea, estar profundamente equivocado". Hostias, eso es escribir y no esta mierda que hago yo. De modo que para triunfar en la vida es preciso creer en algo, lo que a su vez implica estar profundamente equivocado. Es lo que llevo años intentando decir a mis viejos y decirme a mí mismo desde que me metieron en la mierda de la guardería, en la mierda de la ESO, en la mierda del bachillerato, en la mierda de la selectividad. Siempre he sabido, aunque lo he sabido sin palabras, que para creer en algo había que estar profundamente equivocado. El problema es que el único modo de triunfar en la vida es perseverando en el error. Me sorprende que mi padre, que me empuja a triunfar todos los días, haya subrayado una frase de ese calibre. ¿Por qué?
Continúo hojeando el libro y encuentro otro subrayado, éste más largo: "La modalidad eficaz implica desarrollar demasiado el sector práctico de la mente en una especie de militarización del ser. Los problemas pasan a ser enemigos que enfrentar (y eventualmente destruir) y no amigos que incorporar. Los problemas no se resuelven del modo que conviene al problema, sino del modo que me conviene a mí. Hay como una falta de respeto por el problema, como esa falta de respeto que hay por la naturaleza cuando se poda la copa de un árbol en forma geométrica". Y el subrayado acaba en esta frase acojonante: "La modalidad práctica [de resolver problemas, se entiende] irrita a la modalidad zen y viceversa". Joder, qué cosas lee mi viejo. Y si las subraya es porque dicen algo, digo yo.
DIA 12
Estoy leyendo a ratos (y a escondidas) el libro al que me refería ayer y que descubrí, muy manoseado, en la mesilla de noche de mi padre. Trata de un tío mayor que hace caligrafía como otros hacen trabajos manuales, para quitarse malos rollos de la cabeza o retirarse de las drogas. Lo curioso es que, aunque el tipo intenta escribir cosas sin significado, porque de lo que se trata es de hacer caligrafía y nada más que caligrafía, el sentido se cuela permanentemente en lo que escribe. El libro es muy corto, se lee en dos patadas, y se titula El discurso vacío. El protagonista, un tío de la edad de mi viejo, intenta todo el rato eso, escribir un discurso vacío, sin significado, sin sentido, pero los problemas diarios de la existencia se cuelan en la caligrafía como un virus en la sangre y se manifiestan a través de ella. Para morirse, de verdad. Es justo lo contrario de lo que me ocurre a mí. Yo intento decir cosas y me sale una mierda. El protagonista del libro de mi viejo, en cambio, intenta no decir nada y le sale una obra maestra. La modalidad práctica irrita a la modalidad zen y viceversa (no acabo de entender esto, pero me gusta cantidad).
Mis padres han salido a cenar dos días seguidos y he podido leer el libro en un par de sentadas. Desde que sus amigos se enteraron del mal rollo que tiene el viejo con lo de la prejubilación, no lo dejan ni a sol ni a sombra. Además, todos le animan a que se meta en la compra de la casa. Yo no sé lo que es desear una cosa de ese modo. Nunca he deseado nada de un modo desesperante. Mis viejos (y mi hermana mayor) dirían que no he deseado nada desesperadamente porque he tenido de todo. Antes de que abriera la boca, ya me la estaban tapando. Se adelantaban a mis deseos (por qué, por qué, por qué), de manera que si algo me falta es la carencia, aunque parezca una rayada. Siempre he querido carecer de todo lo que me rodeaba, incluidos mis viejos y mi hermana y su marido y su hijo. Pero no me dejan carecer; puta vida.
DIA 13
Si lo sé no vengo. Ayer por la noche, mientras mis viejos estaban fuera, volví a su habitación para releer algunos cachos de El discurso vacío (a ver si me contagio un poco de esa vaciedad), y después abrí el cajón de la mesilla de noche de mi viejo, que es una rayada. Tiene crema para los zapatos seca, cepillos de dientes rotos, cuadernos pequeños sin usar, bolígrafos con nombres de hoteles, cortauñas, loción antimosquitos, cajas de antiácidos, aspirinas, orfidales caducados, folletos de vacaciones, facturas de comidas, cordones para los zapatos, monedas de dos céntimos, botones de todas las formas y colores... Pero entre toda esa basura descubrí un librillo de papel de fumar y una china de has procedente de la bellota que me traje de Madrid, para soportar las vacaciones. Sé que procede de mi bellota porque ya llevaba tiempo notando que disminuía a un ritmo anormal, pero era de esas cosas que ni entiendes ni quieres entender, por lo que se quedan en la trastienda del coco hasta que abres el cajón de la mesilla de noche de tu padre y ¡zas!, se hace la luz.
O sea, que mientras yo leo a escondidas sus libros él se fuma clandestinamente mi hachís. Me cago en la puta. Se parece al videojuego en cuyo guión vengo trabajando desde hace un año. Yo sospechaba que mis padres habían sido fumetas en su juventud (tengo recuerdos vagos de sus risas absurdas, del olor a hierba y del humo saliendo por sus bocas), pero jamás se me habría ocurrido imaginar que fuera él quien me robaba el material. Esto es muy serio, coño. Es tan serio que en el instante mismo de descubrirlo he cogido la bellota, he salido a la calle y la he arrojado al descampado. Se acabó. Si se quiere pirar, que salga él a pillar. Ni prejubilación ni hostias, lo que no puede ser no puede ser. Ya ayer, a media tarde, le noté un poco raro. La rareza consistía en que intentaba disimular que estaba raro, pero tenía ojillos. Lo que no sé es si mi madre está en el ajo, creo que no.
DIA 14
Qué desfase, coño. Ayer me deshago del hachís y hoy me paso media hora buscándolo, como un gilipollas. Me ve mi padre, sale. ¿Qué buscas? Nada, un euro que se me cayó ayer por la noche. Pues es como buscar una aguja en un pajar, dice. Total, que no encontré la aguja, así que fui donde la peña y me agencié una china que me ha dado mal rollo. Una basura. Vienen a cenar unos amigos de los viejos. Al principio hablan de mí; lo sé por el tono de la conversación. Hay un tono para hablar de política, otro para hablar del curro y otro para hablar de mí, toda la vida ha sido así. No pillo lo que dicen, aunque abro un poco la puerta. Cuando acaban conmigo, comienzan una discusión rarísima, de pirados, sobre las cosas que se pueden hacer sin deseo y con deseo. No se puede escribir una novela sin deseo, por ejemplo, dice mi padre. Ni masturbarse sin deseo, dice otro que ha venido con su mujer. No me imagino a uno de estos viejos meneándosela, aunque vi en casa del Risas una película en la que sí. Trataba de un cerdo que se enamora de la amiga de su hija. Hay algunas risas bobas con lo de la masturbación y luego, un silencio (quizá mi vieja ha hecho un gesto como para que bajen la voz, señalando mi habitación). Alguien propone que hablen de cosas que se pueden acometer sin necesidad de desearlas. Una paella, dice uno; salir de vacaciones, dice otro; ser director general, añade un tercero...
Me parece que necesito tomar un poco el aire, de modo que salgo de mi cuarto y cruzo el salón en dirección a la puerta de la calle. Hola, saludo. Qué tal, dicen al unísono, como si les hubiera pillado en algo. Me miran como a un extraterrestre. ¿Qué hacéis?, pregunto observando el panorama. Hablamos de cosas que se pueden hacer sin deseo y con deseo, dice mi vieja, y me invita a participar, para que me integre. Yo digo que no se puede aprobar la selectividad sin deseo y les amargo la fiesta. Un golpe bajo, una puñalada trapera. Ya lo dije: soy un psicópata. Me abro.
DIA 15
l problema de mi viejo con el curro, en vez de sumarse al mío, lo ha anulado. Por increíble que parezca, ya no me preguntan cómo llevo el programa de estudios. Como no me lo preguntan ellos, me lo pregunto yo. Vengo observando que cuando mis viejos desaparecen, me convierto en mi propio padre; es un misterio, un tema digno de Expediente X. ¿Cómo llevas el programa de estudios?, me pregunta, pues, el viejo que llevo dentro. La respuesta es jodida. Estamos a mediados de mes y no he tocado los apuntes. Si me pusiera ahora, me digo... A ver, vamos a hacer cálculos: tantas páginas, tantos días, tantas páginas por día. No te engañes, me dice el viejo de los cojones que llevo dentro de la cabeza y que es más jodido que el real, no te engañes, colega, no llegas ni de broma, aunque no te dedicaras a otra cosa de aquí al final de mes. ¿Qué hago entonces?, ¿renuncio?, ¿me tiro por la ventana?, ¿me voy de casa? No me imagino repitiendo otra vez. Ni repitiendo ni dejando de repetir. No soy capaz de imaginarme en ningún sitio, en ninguna situación. No sé qué voy a hacer de mayor. Además, ya soy mayor. Cuando el viejo de dentro de la cabeza me presiona mucho, me pongo a sudar y tengo que salir corriendo de casa, para respirar, para tomar el aire, porque el tema, o la tema, según, me afecta también a la respiración.
Tras una discusión agotadora conmigo mismo, decido que voy a estudiar tres horas cada día, aunque no me rinda, aunque no llegue, para tranquilizarme, como el que hace caligrafía. Voy a adoptar la modalidad zen. En vez de resolver el problema del modo que me conviene a mí, me digo, lo voy a resolver del modo que conviene al problema. No entiendo muy bien lo que quiere decir esta frase, no sé de lo que hablo, pero lo cierto es que el viejo de dentro de la cabeza se ha tranquilizado con esta actitud que podríamos llamar constructiva. Llegada la calma, decido que comenzaré mañana, pero milagrosamente comienzo a estudiar hoy.
1 comentario:
jajajaja ese chaval me cae bien, los adolescentes siempre estamos jodidos por algo, me siento identificada.
Le he echado un vistazo a tu blog y esta muy bien, eres interesante (gran cumplido viniendo de mi).
Espero seguir leyendote, 1 saludo.
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