Ya ha pasado una semana desde el 19 de Junio, y cada vez el movimiento Democracia Real Ya está más consolidado.
Me acuerdo de cuando fui a la manifestación del 15 de Mayo en Barcelona. Todo era raro, muy raro, nadie sabía mucho sobre la transcendencia de esa manifestación de miles de personas. Todo el mundo se preguntaba lo mismo: ¿Y ahora qué? A los pocos días se fueron concentrando grandes acampadas en las principales ciudades del país, bastante rechazadas a nivel institucional, pero con un fuerte apoyo de la masa popular. El gobierno y la oposición hicieron una dura campaña contra ellas, acusándolas de falta de higiene y otra serie de mentiras. La prensa estuvo todo el tiempo al lado de los poderosos y muy pocas agencias, salvo las más independientes lucharon a favor del movimiento ciudadano.
Se convocó entonces a principios de Junio otra manifestación, que sería el 19 del mismo mes. Las asambleas ciudadanas con gran participación civil se movilizaron, en algunos puntos como Barcelona intentaron crear sentimientos de lucha pacífica contra los gobernantes, como la prohibición a la entrada en el parlament, en Madrid se buscó el apoyo de los barrios. Todo esto se tradujo en una unificación de la fuerza y del pensamiento. Lo que antes era una pregunta ahora se convirtió en una respuesta. Lo que queremos es una democracia real más justa y para ello hay que cambiar las reglas del juego.
Este baile de bastones entre los indignados y la oposición a ellos (políticos, economistas, prensa…) se materializó en la marcha del 19 de Junio, era el día clave para ver quién de los dos había trabajado mejor. Y la victoria fue clarísima. Si anteriormente en Barcelona hubo unos diez mil indignados en la marcha ahora se había multiplicado por veinte. Las otras ciudades también crecieron brutalmente, un ejemplo de ello es mi ciudad, Tarragona, que pasó de tener unas doscientas personas en Mayo a tener casi diez mil en Junio, muy considerable para una ciudad de ciento cincuenta mil habitantes.
Aun así la prensa volvió a dar la espalda, y prefirió no morder la mano que le daba de comer antes que apoyar a su público.
¿Qué toca ahora?
Continuar, seguir al pié del cañón, estimular en las conversaciones de bar a que la gente apoye al movimiento. Intentar asistir a las asambleas ciudadanas y cooperar. Es nuestro momento. Sus mentiras cada vez son más evidentes.
El colosal estado, hecho de leyes fícticias, ha caído.
MENE MENE TEQUEL PARSIN