viernes, 15 de julio de 2011

Viajes Interiores I: La posmodernidad

Viajes interiores I: La posmodernidad

El fin de la historia es para mí el inicio de otra. No se pueden comparar, son distintas, no tiene nada que ver la una con la otra.

El fin de la historia moderna como bien dijo Nietzsche evolucionará a otra donde reine el escepticismo, que viene a ser el mundo posmoderno. Pero antes de todo lo primero que debo hacer si quiero llegar a una conclusión es explicar que es lo moderno.

Lo moderno es la última de las evoluciones lineales de la historia, entendida esta como una medida de tiempo donde el hombre cada tiempo que pasa sobre la tierra desarrolla más sus conocimientos, aptitudes y habilidades, por lo tanto el futuro siempre es mejor que el ayer, científicamente hablando.

Pues bien yo, en mi profunda arrogancia niego tales afirmaciones y me declaro posmodernista, que no es más allá de lo moderno, sino todo al contrario, niego cualquier cosa que tenga que ver con esa percepción lineal de la historia. Esta tiene múltiples variantes y lo que tenemos hoy son fantasías y mitologías creadas por el hombre para despertar nuestros instintos infantiles. Odio a Alejandro Magno, a Augusto, a Carlomagno, a Federico I y a todos los grandes impostores que han mancillado las miles de vidas ajenas a ellos.

Es el fin, pero de este sale un nuevo comienzo, y en este nuevo mundo ya no me fiaré más de nadie, sólo de mi intuición. No creeré en más religiones, doctrinas y filosofías, a partir de ahora tengo que ser yo mismo aprendiendo a escuchar. La historia no es lineal, Foucault tenía razón es múltiple y no debo dejarme engañar por nada.

Soy un estudiante de Historia, pero la historia no estudia a nadie, sólo se limita a decir lo que ha sucedido.


Para empezar este guión primero tengo que negar mi existencia como precepto.

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