miércoles, 27 de febrero de 2013

Relatos breves nº20: Tenía razón

Tenía razón

La cerilla voló en el aire, volátil, superflua, bailando lentamente, girando sobre su propio eje. En su trayectoria dibujo una parábola perfecta, tan perfecta que no existen palabras en este mundo para describirla, simplemente maravillosa. En su punto más bajo chocó con la enorme masa de cuerpo, con el gigantesco músculo y rebotó cayendo al frio suelo, apagándose.
El vuelo del fuego que contenía la cerilla no fue en balde, cuando hubo el choque con la masa incendió el liquido que impregnaba el cuerpo. Con la rapidez que baja un rayo del cielo a la tierra el fuego se propagó por todo el cuerpo, imparable, ni siquiera los movimientos bruscos que proporcionaba la masa podía pararlo.
El cuerpo atado férreamente en una silla de metal era incapaz de evitar lo inevitable, el poder del fuego era mayor al suyo propio. Su temperatura corporal aumentó hasta temperaturas vertiginosas. Todo un ritual. Sus movimientos incrementaron cuando el fuego de la cerilla se propagó, su vano intento por desatarse de las cadenas de hierro resultaron inútiles, era como intentar apagar el sol.
El grito que emanaba de la garganta del cuerpo se volvió ensordecedor. Era un cántico majestuoso que ni los mejores cantantes de la Tierra podían repetir. El sonido incitaba a las llamas y creaba una atmósfera placentera.
Los ojos del cuerpo brillaban más que el resplandor rojizo, profundos, agudos, llenos de fuerza y rabia, poderosos. El verdadero fuego estaba dentro de ellos, era el espectáculo de su vida.

Al poco todo terminó, la luz se apagó y reinó de nuevo la oscuridad.


La cerilla tenía la razón.

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