El entierro
sindical
El pasado 1 de Mayo de 2014 fue un día difícil de olvidar.
Como tantos otros días del trabajador
bajé a la calle a conmemorar la vaga sucedida en Chicago el año 1886. Para mi
sorpresa no se había convocado una marcha, sino dos. La primera era a las 12h,
poco numerosa y con un lema claramente anticapitalista. La segunda, liderada
por CCOO y UGT, se convocó a las 18h, y la presencia popular era todavía menor.
Estaba estupefacto, la asistencia fue ridícula a ambas
movilizaciones (he visto flashmobs
con más presencia). Y, escuchando lo que decían unos y otros, se justificaban
por la falta de la unidad obrera. Pero ¿realmente existe unidad obrera?
Durante mucho tiempo he pensado que los grandes culpables
del estado sindical y laboral actual ha sido por CCOO, UGT, la patronal, Rajoy,
Zapatero, y un sin largo nombre de personas y entidades que acampan el mundo
social actual. Pero andaba equivocado, el principal culpable de la situación
actual somos nosotros, los ciudadanos, que hemos permitido todo lo que ha
pasado en los últimos años. La desidia y la comodidad de no hacer nada nos ha
transformado en seres rutinarios y conformistas, donde sólo queremos elegir
entre la puerta A o B, CCOO o UGT, PP o PSOE, Barça o Madrid,… Y el resultado
es un sistema político podrido, un modelo sindical que hace agua, y un
sentimiento social de fracaso. Todo culpa nuestra.
Pero hablando en concreto de los dos grandes sindicatos
españoles, nos hemos lucido. Hemos permitido que se vicien hasta límites
insospechables sin que ocurra nada. Ahora parece normal escuchar casos de
corrupción por parte de las centrales en casos de evasión fiscal, estafa en las
formaciones o EREs irregulares. Y lo peor de todo, parece que el cáncer va a
ser imposible de extirparlo, son dos enfermos crónicos. Por más que intenten
justificarse, el hecho de que haya más de un 25% de parados, una precariedad
laboral juvenil sin precedentes, y una merma continúa de los derechos
laborales, son síntomas claves de su declive. Ninguna dimisión importante. No han estado a la altura, no lo
están, y como sigan así no les augura un gran futuro.
Pero como he dicho la culpa de esta situación, no es de
Cándido Méndez o de Ignacio Fernández Tocho, ellos al fin y al cabo, sólo son
dos piezas más del tablero. Nuestros representantes políticos y sindicales no
son más que nuestro reflejo, y aunque cueste admitirlo la sociedad en su
conjunto los ha elegido, y si no lo aceptamos es que tenemos un serio problema
de visión. Pero como decía la abuela de un amigo mío: “si te engañan una vez es
culpa suya, si te engañan dos, es tuya”, por lo tanto si se quiere cambiar las
piezas del tablero se tiene que comenzar a trabajar en volver al sindicalismo
puro, al de raíz.
¿Cuál es el objetivo principal de un sindicato? La defensa
de los derechos laborales del trabajador. Al igual que una Asociación de
Vecinos fomenta la cohesión vecinal y organiza a los ciudadanos del barrio para
poder luchar unidos, el sindicato debe hacer principalmente lo mismo. Es
precisamente en este punto donde muchos sindicatos vinculados a una determinada
ideología, sea anarquismo (CNT y CGT), nacionalismo (BNG, ELA), o cualquier
otra (USO), pierden la concepción fundamental de lo que debe representar el
sindicato en la sociedad. Los trabajadores están hartos de palabras, quieren
hechos, acciones que demuestren que la unidad laboral puede conseguir grandes
logros (tumbar despidos en masa, creación de empleo, subida salarial,
reconciliación laboral).
La unidad sindical nace desde abajo, y debe tener objetivos
claros que pertenezcan al mundo laboral, si perdemos como sociedad ese concepto
será prácticamente imposible unir a los trabajadores en unas mismas siglas.
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