La noche que el coyote pille al correcaminos
tendrás que ser revólver, dejar de hacer el indio.
La Noche del Coyote aprieta ya el gatillo,
te pisa los talones, pisa tu cigarrillo.
El ritmo suave y la melodía sinuosa me indujeron a coger el móvil abrir el Shazam y esperar pacientemente a que me dijese quién era ése que cantaba la canción del misterio. Al cabo de unos segundos la vibración del móvil me indicó de que aquel cantante se llamaba Ángel Stanich, y que esa canción se llamaba La noche del coyote.
Lo primero que hice cuando llegué a casa es buscar en Spotify referencias de él, y no tardé nada en escuchar su disco Camino ácido. Durante días lo estuve escuchando una vez tras otra, y se me quedaron grabadas en la mente sus melódicas canciones.
Dime qué puedo hacer para no echarte de menos
dime qué voy a ser, carretera o trueno.
Nunca pierdo la paciencia... pero estuve bebiendo.
Dime qué puedo hacer, y que no resulte violento.
Poco podía hacer para alejarme de esa voz ronca y esos ritmos que mezclaban country con rock. Me dejé llevar, y desde entonces sólo espero la llegada del día en que pueda verlo en directo.
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