jueves, 20 de abril de 2017

Historia del cine: Clerks (1994)



Clerks, o como el mundo se va a la mierda

Hace poco vi el largometraje de Clerks, sí debería haberla visto antes. Lo cierto es que tenía la obra de Kevin Smith pendiente de ver, pero tras un nefasto contacto con Jay y Bob el Silencioso, preferí esperarme un tiempo para madurar.

Así que empecé al inicio de todo: 'Clerks' la ópera prima de un director ciertamente genuino, y rompe moldes. El filme sin duda engancha, quizás el ambiente acompaña: poco presupuesto, actores amateurs, un único espacio de grabación... elementos que potencian la creatividad de un director que tuvo que hacer magia con casi nada.



La obra, más allá de la trama principal, es brillante en el sentido que refleja todo el sentimiento de una parte de una generación, la llamada Generación X. En los 90' con la caída del Comunismo Soviético, ante la falta de referentes, y el inicio de la globalización, empezaba a gestarse un discruso hegemónico en occidente de lo que era bueno y lo que era malo, nada nuevo salvando las distancia de que empezaba los discursos de mas a nivel global.

Ante esta avalancha, quedaba o la resistencia o la resignación. Clerks nos da la visión del escepticismo en estado puro, Jeff Anderson será su máximo exponente, un papel que el propio Smith quiso hacer. El postmodernismo se hizo verbo en unos personajes jóvenes y variopintos que anticiparon un movimiento de 'pasotismo' como respuesta incrédula al nuevo orden mundial.

Clerks en un película que estária a la altura de La Broma Infinita de David Fooster Wallace, los discos de Nervermind de Nirvana,  Gish de The Smashing Pumpkins, o la serie de dibujos Daria de Glenn Eichler y Susie Lewis.

En fin, si tenéis un rato, y queréis pasar un rato entretenidos, no podéis perderos una película catalogada como "El largometraje de una Generación".






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"The world is a Vampire..." 

Bullet with Butterfly Wings de The Smashing Pumpkins


viernes, 14 de abril de 2017

El tablero catalán en disputa: El Jaque de Rajoy

El tablero catalán en disputa: El Jaque de Rajoy



Si por algo es conocido Mariano Rajoy es por ser un líder lento y paciente en la toma de decisiones. El gabinete del presidente prefiere dejar pasar el tiempo y que las cosas fluyan, antes que hacer un ejercicio de previsión, una estrategia que no siempre le ha funcionado bien. Mueve ficha sólo por obligación del contrario.

Pero lo cierto es que esa paciencia en el juego, intentando siempre consumir el reloj, hace desesperar al contrario. Quizás es eso lo que está pasando actualmente en Catalunya.

El juego, entre independentistas catalanes y unionistas españoles, es viejo. Se han realizado muchas partidas desde la creación del sistema parlamentario español, y siempre acaban declinándose para los segundos. Ésta última partida comenzó en 2012, y todo parecía ponerse de cara para los independentistas que peón a peón fueron acabando con la vanguardia unionista. Éstos, dejaron pasar el tiempo, a esperas de tiempos mejores a nivel financiero, ya que saben que el nacionalismo es una de las respuestas a una crisis económica. 

Lo cierto es que el PP hizo bien poco en su primera legislatura con Rajoy, adoptó la estrategia clásica del enroque y movió paulatinamente a sus piezas catalanas claves: Rafael Català como Ministro de Justicia, García Albiol como líder del PP de Catalunya, Enric Millo i Rocher como Delegado, y Dolors Monsterrat como Ministra de Sanidad. 

Los independentistas fueron más agresivos, se movieron rápido, y en poco tiempo controlaron la mitad del tablero. Tras unas autonómicas en clave de referéndum obtuvieron un buen resultado, y tras un paso complejo empezó un gobierno que se puso 18 meses de margen para proclamar la independencia.  Ponerse una meta es bueno, pero debe ser realizable, con lo cual el margen de maniobra se estrecha. 

Tras la consulta del 9N en 2014, los independentistas tuvieron claro que no se puede errar otra vez. Para ello ahora deben de pulir mejor una consulta que se augura compleja y de difícil resolución. El principal escollo en las filas independentistas es la desunión en la forma de legitimar el proceso. Las CUP parece que son quienes tienen más claro que la desobediencia es la única forma de ruptura, mientras ERC y PDCAT se lo miran con más prudencia. Lo cierto es que la incerteza de una posible suspensión del Referéndum por parte de Madrid sólo puede llevar a la Manifestación, y/o a la Huelga Indefinida, en ese pulso los partidos independentistas se jugarán el todo por el todo. El ala derecha del independentismo, desde la perspectiva temporal parece que será la que más escéptica se mostrará.

Ante esa posible jugada del independentismo si llega a haber una prohibición del referéndum, el Gobierno de Rajoy ha querido avanzarse a la jugada y poner en jaque a su oponente. El pasado 28 de marzo de 2017 Rajoy anunciaba un paquete de 4.200 millones de €  para Catalunya que se invertirá, si llega, principalmente a Rodalies y el Corredor del Mediterráneo, una de las demandas básicas del mundo empresarial catalán. 

Todo esto llega pocos días después de la inhabilitación de Más, Rigau, Ortega y Homs. El Gobierno ha sido hábil, y antes que encarcelar a éstos líderes independentistas y hacerlos mártires, ha preferido inhabilitarles temporalmente, una condena que desventaja al contrario. 

Con todo esto la apuesta de Rajoy es que ante la posible prohibición del referéndum, y ante una respuesta que no sea la huelga general, sólo quede margen para unas nuevas elecciones autonómicas. En este nuevo plebiscito es probable que PDCAT no esté recompuesto, o que ERC prefiera ir en solitario, teniendo en cuenta las encuestas.  En definitiva Rajoy ha puesto en jaque al independentismo, aunque no sabemos todavía si será un farol (habrá que ver si cumple su promesa financiera). 

Ahora le toca al independentismo, que está claro que sigue muy vivo en la partida, mover ficha. 




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Dibujo de Dan Hogman