Venganza en la Casa de los Espíritus
Hace poco más de un día, acabé la lectura de La Casa de los Espíritus de la escritora chilena Isabel Allende. Las primeras impresiones al acabar la historia han sido de placer y satisfacción. El libro ha ido increscendo en cuanto a interés y, como se sabe, me ha apasionado su parte más política y social.
La historia de La Casa de los Espíritus ronda en torno a tres familias: Los Del Valle, los Trueba y los García. Cada una representa una forma de ver el mundo al principio, pero que al igual que los afluentes de un río, acaban uniéndose y entrelazando sus historias. El realismo mágico de Allende resulta sutil y nada pesado, y es casi un actor secundario. El libro, que transcurre más de 70 años de la historia de Chile, recorre la vida de tres generaciones familiares.
Si me he animado a escribir esta entrada, más que nada, es para hablar de una de las temáticas que Allende pone encima de la mesa: la venganza. Las catástrofes naturales, políticas y sociales, provoca que los protagonistas deban tomar decisiones apresuradas y poco meditadas, en especial el personaje de Esteban Trueba, que como se dice, es la espina dorsal del libro. Estas decisiones conllevan miedos, rechazos y odios, los cuales se traducirán con el tiempo como venganza.
Y es que la venganza, como cantaba Yosi del grupo Los Suaves son semillas de destrucción. Por culpa de ellos estamos dispuestos a acometer las mayores atrocidades imaginables e inimaginables. Y así nos va, así va el mundo, de venganza en venganza, de padres a hijos, de abuelas a nietas. Una vorágine tan natural e inalienable a la humanidad.
¿Por qué tu no sabes que los odios son semillas de destrucción?
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