Nos encanta. Nos encanta y lo sabemos. ¿El qué? Pues echar pelotas fueras, cargar el muerto a otro, decir que uno no ha sido, que la culpa es de aquel de allí. Nos gusta, y quién menos que un presidente de estado, a cargo de unas pocas personas, cuarenta y cinco millones, sea el mayor exponente de esta vileza.
Zapatero ha vuelto a hacerlo, y esta vez creo que rozando el paradigma de los paradigmas, el máximo y sublime de los cinismos. Nuestro amado presidente ha dicho que su partido es el único que puede sacarnos de la crisis, que su partido únicamente ha sufrido las consecuencias sociales heredadas del gobierno de Aznar, que de esto hace casi ocho años, y en definitiva que su gobierno la ha hecho de muerte, que es la ostia y que si no fuera por ellos España sería un país en ruinas. Pero vaya tal vez yo, simple aprendiz que no sabe volar no lo veo de la misma manera, durante sus años en el gobierno las mejoras sociales han sido escasas, y las realizadas, que no voy a pararme a detener, dejan mucho que desear de un gobierno socialista. Tampoco parece que haya hecho mucho para mejorar la situación económica, sus croquis han ido un poco a la par con la situación económica del estado, y estos parches únicamente consiguen para el aguacero pero no la gotera. Toda esta política llega a un momento en que España tiene un paro del 21%, el más alto de los países desarrollados, casi 5 millones de parados, una cifra que muestra la absoluta derrota de un gobierno que únicamente parece importarle una imagen ficticia de España al exterior.
Pero bueno, tampoco parece que la oposición tenga muchos mejores planes, su único discurso, y ya empieza a cansar al personal es “Zapatero dimisión”. Sus iniciativas raquíticas dejan mucho que desear y el liderazgo de Mariano Rajoy es cuestionable por su ineficacia. En definitiva, alguien está volando sobre el nido del cuco.
Jose Luis Rodriguez Zapatero ha dicho hoy en Tenerife que “mejorará el paro, pero que no se hace con una vara mágica”, supongo que su gran elocuencia no le habrá permitido advertir que es quizás eso lo que puede salvar al país, una varita mágica, y esta únicamente se puede conseguir con un cambio radical de política.
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