Del libro Choque de Reyes de la saga Canción de Hielo y Fuego
¿Os dejo con un acertijo, Lord Tyrion? -No esperó la
respuesta-. En una habitación hay tres hombres de gran importancia: un rey, un
sacerdote y un rico. Frente a ellos se encuentra de pie un mercenario, un
hombre sin importancia de baja cuna y mente poco aguda. Cada uno de los grandes
quiere que mate a los demás.
-Mátalos -dice el rey-, porque yo soy tu legítimo
gobernante.
-Mátalos -dice el sacerdote-: te lo ordeno en el nombre de
los dioses.
-Mátalos -dice el rico-, y todo este oro será tuyo.
Y decidme... ¿Quién vive y quien muere?
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-Le he dado algunas vueltas -reconoció Tyrion-. El rey, el
sacerdote, el hombre rico... ¿Quién vive y quien muere? ¿A quién obedecerá el espadachín?
Es un acertijo sin respuesta; mejor dicho, con demasiadas respuestas. Todo
depende de cómo sea el hombre de la espada.
-Pero, en realidad, el hombre de la espada no es nadie
-señaló Varys-. No tiene corona, ni oro, ni el favor de los dioses, sólo un
trozo de acero afilado.
-Ese trozo de acero es el poder de la vida y la muerte.
-Exacto. Pero, si quien nos gobierna en realidad es el
hombre de armas, ¿porqué fingimos que son nuestros reyes los que tienen el
poder? ¿Por qué un hombre fuerte con una espada se plantearía jamás obedecer a
un niño rey como Joffrey, o a un idiota borracho como su padre?
-Porque esos niños reyes y esos idiotas borrachos pueden
llamar a otros hombres fuertes, con otras espadas.
-Entonces serían esos otros guerreros los que en realidad
tendrían el poder. ¿O no? ¿De dónde salen sus espadas? ¿Por qué obedecen?
-Varys sonrió-. Hay quien dice que el conocimiento es poder. Hay quien dice que
el poder deriva de los dioses. Otros dicen que el poder lo da la ley.
-¿Vais a decirme la respuesta del maldito acertijo o sólo
queréis empeorarme esta jaqueca?-Tyrion inclinó la cabeza hacia un lado.
-De acuerdo -dijo Varys sonriendo de nuevo-, ahí va: el
poder reside donde los hombres creen que reside. Ni más ni menos.
-Entonces, ¿El poder es una farsa?
-Una sombra en la pared -murmuró Varys-. Pero las sombras
pueden matar. Y a veces, un hombre muy pequeño puede proyectar una sombra muy
grande.
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