Ballesteros, Sin Perdón
Si no cambia mucho la historia el próximo 30 de junio de 2017, empezará la decimoctava edición de los Juegos Mediterráneos, en Tarragona. La competición, nacida en 1951, durará 10 días, en los que miles de atletas de los países ribereños del Mar Mediterráneo competirán entre ellos.
Sin duda el evento, de unas magnitudes importantes tanto a nivel de inversión económica como de repercusión social, ha sido el centro de atención de la política en la ciudad durante los últimos años.
La historia de los Juegos Mediterráneos de Tarragona 2017 se remonta a la última fase de la última legislatura del alcalde Joan Miquel Nadal (CiU). El 5 de marzo de 2007, el entonces aspirante a alcalde Josep Félix Ballesteros presentó una moción a través del grupo socialista para la candidatura de Tarragona para los Juegos Mediterráneos de 2017 o 2021. En el discurso de la presentación Ballesteros argumentó que “las ciudades que hasta ahora habían sido sedes de estos Juegos han hecho un gran salto adelante, en diez años podemos avanzar lo que se haría en treinta, sobretodo en materia de infraestructuras gracias a la fuerte inversión que implicaría el evento”.
Por aquel entonces Nadal y su Principe de Girona, Joan Aregio, aceptaron el inicio de los juegos del Mediterráneo, apuntando eso sí, que la candidatura oficial debería ser en 2009.
Al cabo de dos meses, al segundo intento, Ballesteros tocó el laurel de la alcaldía, y con un abrumador resultado comenzó su reinado. Su proyecto estrella sin duda fueron los Juegos Mediterráneos.
El momento económico del país era idílico para la celebración de los juegos, y con Almería 2005 como ejemplo, parecía que Tarragona avanzaría 30 años en 10. El PIB español se duplicó en poco menos de 6 años, al calor del ladrillo y del turismo la economía estaba en su Edad de Oro.
Precisamente Ballesteros pensaría en la candidatura tarraconense en el verano de 2005, cuando observó que la ciudad andaluza, de casi 200.000 habitantes recibía una inversión estratosférica. Según informó en 2006 Antonio Jesús Casimiro Andújar, Coordinador de formación del Comité Olímpico de Los Juegos Mediterráneos de Almería, se invirtió 130 millones de euros (MEUR) en más de 40 instalaciones, incluyendo un precioso Estado Olímpico, 52 MEUR para la organización del evento, y un total de 600 MEUR de inversión general, tanto pública como privada.
Analizando estos números seguro que el líder socialista no dudó en apostar por su ciudad, ¿y qué de malo había en ello? Seguramente el ahora alcalde no pensaría que caería la economía en picado desde 2008, seguramente no pensaría que las inversiones se redujeran casi a un cuarto de Almería, vaya que está claro que parecía un Mediterranean affair, y qué mejor forma de mejorar tu ciudad que con una fuerte inversión estatal.
En 2009 el gobierno socialista presentó su candidatura, y los malos tiempos económicos comenzaban. El PIB caía como el Dragon Khan en su primera bajada, y se auguraban malos tiempos.
En octubre de 2011 en plena recesión, Tarragona ganó la candidatura por 36 votos, frente a los 34 de Alejandría. La ciudad imperial iba a ser sede en 2017, y seguramente alguno pensó en ese momento ¿dónde nos hemos metido?
Comenzaron los malos tiempos para los socialistas, el 20 de noviembre de 2011 después de 7 años de legislatura los socialistas desalojaban la Moncloa para cedérsela a los populares, y en 2012, el PSC obtuvo el peor resultado de su historia, con sólo 20 de los 135 escaños. Esto se traduce en: poco entusiasmo a unos Juegos con sabor de rosa desde Madrid y desde Barcelona.
Pero lo cierto es que el consistorio tarraconense, con mayoría aplastante de Ballesteros tras su segunda legislatura, 13 de 27, daba fe a que el proyecto podría ser viable. Pero el problema en esa segunda legislatura fue la economía. En 2011 Tarragona tenía una deuda de 176 MEUR, que se incrementó a casi 181 MEUR en 2014. El desastre de la remodelación del Mercat, sumado al parking Jaume I de la Part Alta, evidenciaban unos problemas más que serios para una ciudad con un presupuesto anual de 160MEUR anuales.
No hay que ser un economista para darse cuenta de que los problemas económicos de la ciudad son serios. El equipo de gobierno se agarró a la idea de que 2017 podría ser el Bálsamo de Fierabras. En el informe “Tarragona 2017 Vale un Imperio”, el comité de los Juegos de Tarragona para 2017 valoraba una estimación de 30 MEUR de inversión en patrocinio, pero de momento, como informaba Blanca Blay en El Crític, sólo han llegado 8 millones. También se estimaba un presupuesto global de 300 MEUR, pero con suerte se llegará a 90 MEUR. Y digo con suerte porque el racaneo por parte de Madrid y Barcelona está siendo considerable. Óscar Saumell hace dos semanas publicaba el Diari de Tarragona un artículo que ponía la piel de gallina, El Estado sólo había dado un 23% de lo acordado, es decir 3,4 MEUR de los 14,7 previstos, y el Palacio de deportes, al cual apoquina la Generalitat, ha sido rechazado por dos grupos empresariales.
Esta situación, sin duda preocupante, habrá dejado congelado a más de uno. En las municipales de 2015 los socialistas se dejaron 4 regidores por el camino, y entraron en el nuevo consistorio nuevas fuerzas políticas, Ciudadanos y CUP, y algunos viejos conocidos como ERC. Fueron precisamente los dos últimos los que comenzaron a cuestionar lo incuestionable: los propios Juegos Mediterráneos.
Quizás ha sido esta temporada 2015-2016 la más dura del reinado de Ballesteros, los problemas con la eterna apertura del Mercat, Jaume I, los problemas internos por el pacto municipal con el PP, o el caso INIPRO, han sido un constante quebradero de cabeza para el grupo socialista.
Pero sin lugar a dudas han sido los Juegos el principal problema de Ballesteros. La CUP desde su llegada al consistorio, más tarde ICV, y en cierta forma ERC, han atacado duramente la gestión del evento. Bajo su lema “los Juegos del Habmbre” , han cuestionado una vez tras otra las realización de las olimpiadas. Su mensaje es bien claro: no se pueden hacer unos juegos en el actual contexto social, argumentando que el evento sólo traerá ruina a la ciudad y una deuda cada vez mayor. Precisamente la CUP y ERC presentaron una moción para la celebración de un referendo para saber si la ciudadanía quería las olimpiadas en octubre de 2015. Una moción que no se aprobó.
Ballesteros, y su equipo, por la contra tachan de irresponsables a quien osa dudar de la realización de los juegos. Argumentan que ya no hay vuelta atrás, y que la responsabilidad institucional de la ciudad está por encima de los intereses partidistas. Pero lo cierto es que tampoco le queda otra a los socialistas, su sueño desde siempre ha sido el evento, y ya han quemado todas las naves. Es imposible volver. A su favor tienen el apoyo del PP y de Unió, que con muy poco han comprado mucho.
Pero aquí no quiero exponer si Juegos sí, o Juegos no, creo que hay suficientes razones para que cada uno piense lo que quiera. Lo que me preocupa es la reacción en el discurso socialistas ante las dudas que empieza a tener la ciudadanía.
Se empieza a echar de menos unas disculpas. Es cierto que el grupo municipal del PSC no es culpable de la crisis mundial, pero sí que nos metieron en un proyecto en el cual todos estamos implicados. A su llegada al consistorio sabían de la situación de las arcas municipales, y aun así apostaron ante la idea de ganar. Pero parece que el casino de la especulación económica de eventos también puede fallar. Cada día parece estar más claro que 2017 no será Almería 2005, que el Estado no apostará ni la mitad de lo que hizo, y que la Generalitat piensa en otras cosas en este momento, pero todo eso no basta para una justificación simple de que la culpa es de los otros.
El PSC debería asumir, con sus aciertos y sus errores, las olimpiadas del año que viene. Los vecinos merecen que se les hable claramente, y que les expliquen en qué situación estamos, y lo más importante unas disculpas. Pero parece que de momento no hay perdón de Ballesteros.
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