Hobbes contra Rousseau, o mejor dicho el estado de naturaleza puesto en cuestión. De eso precisamente trata la genial obra de William Golding, El señor de las moscas.
30 críos aterrizan por accidente en una isla desierta, sin adultos, en plena libertad. Rápidamente empiezan a estructurar modelos de organización, que se inician desde la razón, pero que derivan a la ley del más fuerte.
La obra, genialmente escrita, es sin duda una clase teórica magistral de reflexión ética de los conceptos morales. Durante el desarrollo de la misma, los diferentes personajes evolucionan a raíz de su propia condición social, donde sin duda la propiedad y la economía juegan un papel más que importante.
La trama, armoniosamente detallada, es de fácil lectura y engancha muy rápido. Sé que habrá miles de crónicas mejores que ésta, aunque tampoco pretendía ser una, simplemente recomendar el libro a todo aquel que no lo haya leído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario