La llave socialista
¡Vaya panorama nos ha dejado el 20D! Después de muchos comicios electorales, el Estado español ve como sus principales agentes políticos están obligados a negociar, porque se acabaron esas mayorías absolutas, esos bipartidismos, y esa concepción de gobiernos de un solo partido. Abran juego señores.
El ganador este 20-D volvió a ser el Partido Popular, el heredero de Alianza Popular, que a su vez era heredero del tardofranquismo, ya sabéis esa corriente tecnócrata y ye-ye de la dictadura. Su fuente de votos y su salvavidas fue el voto agrario, desde León hasta la Mancha, pasando por Aragón y Murcia. Pero a diferencia del 2011 y las anteriores elecciones, el Partido Popular retrocede a pasos agigantados a bastiones clásicos para ellos: Pais Valencià, Madrid y Galicia. En la primera por ejemplo pasa de un 53,32% de votos en 2011 a un 31,3% en 2015, perdiendo 9 escaños en su comparativa, en la Comunidad de Madrid pasa de un 50,97% a un 33,46%, y en Galicia de un 52,53% a un 37,10%. Aunque en general la pérdida de votos ha sido colosal, pasando de 10,8 millones de votos a 7,2, choca que en por primera vez sus principales bastiones corren peligro. Aunque de momento al PP siempre le quedarán las Castillas, en la leonesa sacó 17 de 32 diputados, y en la manchega 10 de los 21. En definitiva gran retroceso en las ciudades más pobladas, y un pequeño retroceso en el interior. Igualmente indiscutible que es el ganador de las elecciones.
A la zaga le va el Partido Socialista, cuya caída ha sido menos dolorosa al quedar asentada su segunda fuerza, y ser el que tiene la llave para abrir pactos. El PSOE sigue su caída, aunque menos en picado de lo que parecía. Ha pasado de 7 millones de votos a 5,5, perdiendo 20 diputados y quedándose en 90. Pedro Sánchez habló el 20-D de día histórico para el PSOE, y no mentía, ha sido el peor resultado socialista desde la transición. Y su pérdida del flanco izquierdo a favor de Podemos es ya un hecho trascendental para su supervivencia. Lo único que le salva es que en Andalucía y parte de Extremadura aguantan el embiste morado, e incluso sacan cabeza, algo de lo cual comentaré después. Pierde fuelle principalmente en las grandes ciudades, pero sobre todo se descalabra en su antiguo nido de votos: Catalunya, donde ha pasado de 922 mil votos a 589 mil, 6 diputados menos, y una sensación derrotista. En el País Vasco y en Madrid también retroceden considerablemente. Pero, a su favor, la gran hostia no ha sido tan grande.
En tercera posición, y rompiendo el tablero llega Podemos, el partido deluxe y una de las claves para entender el nuevo panorama político. Su implantación en menos de dos años de vida es asombrosa, y podríamos dedicarle todo un artículo a su llegada al Congreso. Pasa de la nada a más de 5 millones de votos, obteniendo 69 diputados, un resultado histórico en la izquierda de este país. Su discurso trasversal cala, y sobre todo en las grandes ciudades industriales. Todavía sorprende ver que son primera fuerza en el País Vasco, un país que no es para viejos, o que su coalición de coaliciones en Catalunya también obtenga el mejor resultado. Se implanta como segunda fuerza en Galicia, Pais Valencià, Navarra…incluso Madrid. Pero no todo son violetas moradas en su camino, ya que Podemos pincha en una de las asignaturas pendientes de las nuevas formaciones: el voto rural. En la ancha Mancha los morados obtienen un raquítico diputado de los 21 en juego, siendo cuarta fuerza con el 13,62% de los votos. En Leon tampoco le va mucho mejor 3 de 32 en diputados, y un 15% de los votos, relegados de nuevo a la cuarta posición. Podemos tiene una asignatura pendiente si quiere ganar: implantarse en los Reinos de Castilla y León.
El cuarto puesto ha sido para Ciudadanos, el deseado del Ibex35, la gran esperanza de la derecha. Su resultado ha sido mediocre, aunque lo cierto es que por primera vez ha entrado en la arena del Coliseo. 40 escaños, es un resultado histórico para una posición de centro pero con un corazón más liberal que el de Tatcher. Su discurso, a diferencia de el de Podemos, si que ha sido capaz de llegar al mundo rural español, pero ha pinchado en grandes nidos de votos: País Vasco, Navarra, y sobre todo su Cataluña. El principal bastión naranja, allí donde sacaron mejores resultados a nivel autonómico, ha sido su mayor fracaso, nadie contaba en sus apuestas que donde sacaron 734 mil votos en septiembre, acabaran con 489 mil en diciembre. El partido naranja tendrá que mejorar su discurso para asentarse en las regiones con sentimientos nacionales si quiere tener opciones a entrar en gobierno.
Los siguientes puestos, a mucha distancia han sido para partidos de clave nacionalista o regionalista, y para Izquierda Unida, que sobrevive como Rambo con 2 diputados por Madrid.
Ahora bien después de estos resultados, ¿qué conclusiones se sacan? Varias:
-El Partido popular lo tiene difícil para gobernar, ya que sumando con su aliado natural Ciudadanos, no logra mayoría absoluta (176 escaños). PP y Cs suman 163 diputados, y muy dudoso que los partidos con menor representación les ayuden.
-Una Alianza PP + PSOE, un pacto de Estado, como se denomina a estas grandes coaliciones, es bastante complicada. Los socialistas se han pasado media campaña diciendo que hay que echar al PP y a Rajoy, y romperían su promesa principal si pactan.
-Un Gobierno del PP en mayoría simple se vislumbra complicado ya que se debería abstener el PSOE.
-Un frente social PSOE-Podemos es complejo debido a que el PSOE debe aceptar unas condiciones moradas como el referéndum en Catalunya. A parte de que sería un gobierno complicado, ya que el PP tiene mayoría absolutísima en el Senado y podría hacer la vida imposible.
-La última opción sería volver a hacer unas elecciones, que a primeras ningún partido de los cuatro desearía volver a hacer.
La llave parece que la tienen los socialistas, y en concreto Pedro Sánchez, su secretario general. Después de una mala campaña a nivel personal, y de su puesta en duda de su liderazgo, se queda como la persona con más poder de decisión en este entramado.
Sus opciones son varias. La más deseada para los populares sería que entraran en gobierno con ellos y que hicieran un pacto de Estado, al estilo de Alemania hace diez años. Hacer eso sería correr un riesgo profundo, ya que aunque pueden entrar con una serie de condiciones: tener ministerios y que Rajoy no sea presidente, perderán credibilidad ante sus votantes y dejaran camino libre a Podemos para que se convierta en la única oposición, una ventaja clara para el futuro si no logran un gobierno perfecto a nivel socio-económico, cosa muy dudosa.
Otra de las opciones es pactar con Podemos, un partido que como bien dice Susana Díaz, la princesa de Asturias, es tremendamente peligroso debido a que Podemos quiere acabar con el PSOE, como hicieron sus primos griegos de Syriza con el PASOK. Pactar con los morados es jugar con fuego, ya que la fuerza con la que vienen es muy complicada saberla frenarla a la vez que gobernar con ellos.
La tercera de las opciones de Sánchez sería abstenerse ante en la votación, y así ceder el paso al Partido Popular. Esta decisión también tiene riesgo, ya que Podemos aprovechará para atacarle continuamente, a la vez que no entrarían en el gobierno. Sería una oposición débil a Rajoy.
Y por último, ir de nuevo a urnas, una decisión más que compleja porque el PSOE se convertiría en el principal responsable de las mismas, con el peso que eso significa.
La situación se complica aun más con las propias dinámicas del PSOE, donde encontramos a una Susana Díaz triunfante y heredera de los mejores momentos de Felipe Gonzáles. Pisa fuerte la andaluza que tiene muy claro que el primero de los objetivos es quitarse a Podemos de encima y atacarle directamente. Díaz no quiere nadie a la izquierda del PSOE, y desde el centro arremete una vez tras otra a los morados, situación que de momento en Andalucía no le va del todo mal. Sánchez se aferra a su posición, que es débil, pero tiene todavía opción a maniobra.
Susana pactaría con PP para luego atacarle desde dentro, se centraría en la unidad de España y aprovecharía este repunte económico para hacerlo suyo, pero sobre todo quiere atacar a su rey para matarlo.
Sánchez, al Leovigildo del siglo XXI, tiene muchas cartas malas, pero las tiene. Su mejor baza sería ser presidente, y enfrentarse a Podemos desde dentro. Si fuera hábil, aceptaría el referéndum en Catalunya, lo realizaría dentro de 3 años, obligando a los morados a mantener filas, y lideraría el No. Si fuera hábil, daría las carteras más complejas a los morados, y las más contradictorias para ellos, como Defensa o Exteriores. Si fuera hábil, pondría a Pablo Iglesias como vicepresidente y lo pondría ante las llamas. Pero para todo esto se requiere mucha habilidad, y caminar como funambulista por cuerda floja.
Cuadro: La chambre à coucher de Max Ernst
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