Retales de Tarragona
¿Si subiéramos a lo alto del Gurugú (la montaña más alta del municipio de Tarragona) qué veríamos?
Hace poco nos llegaba una nueva noticia social en Tarragona. Al parecer, el barrio de Bonavista, uno de los pocos que conserva todavía cierta unidad cívica, verá el nacimiento de una nueva Asociación de Vecinos.
La nueva sobre el distrito más occidental de Tarragona no sorprende a casi nadie, solo hay que ver que son pocos los barrios que se mantienen en unidad en torno a una Asociación vecinal. En Tarragona hasta hay calles que tienen la suya propia, en Camp Clar ya van por la cuarta, y en Torreforta a cada cuatro manzanas nos encontramos una.
Si bien es cierto que hay barrios que aún mantienen la unidad vecinal, como es el caso de Sant Salvador, el Serrallo o el Barri del Port, son muchos los otros que se han fraccionado hasta llegar a lo decimal.
Seguramente cada escisión, cada creación de una nueva asociación, tiene su idiosincrasia a la cual no me referiré en este artículo, ya que podría ser ‘La historia interminable’. A lo que si me referiré es a la falta de un arbitraje lógico por parte de un tercero, que no puede ser otro que el Ayuntamiento.
Es evidente que algo no rula desde hace tiempo, algunos lo achacan a las políticas de CiU de la época de Nadal, otros a las lógicas internas de cada barrio y hay quienes piensan que hay una ruptura generacional insalvable. Lo cierto es que casi 40 años después de las primeras elecciones democráticas al ayuntamiento tras el Franquismo, la ciudad está más dividida que nunca en su tejido asociativo.
No nos engañemos, los principales culpables de esta situación no son ni los socialistas, ni los convergentes. Los que tenemos la máxima responsabilidad somos los propios vecinos y vecinas de la ciudad. La gran mayoría de personas no estamos asociadas, y eso provoca que en vez de crear un espacio amplio de reivindicaciones del barrio, se lo dejemos a otros, que suelen ser unos pocos. Esas minorías que gestionan las asociaciones tienen un papelón, sin ánimo de lucro, que trae muchas veces más quebraderos de cabeza que bienestar personal. Y ellos al final, también son humanos con sus problemas personales y sus historias que hacen que muchas veces puedan equivocarse, como cualquier otro. Y aquí empieza un bucle de complicada salida.
Pero si bien es cierto que el Ayuntamiento no es el principal responsable, no quita que tenga una gran responsabilidad. El Consistorio debería tener un plan más valiente que el actual, que es el ‘verlas venir’, y mantener el delicado equilibrio. Algunos de los posibles remedios es dotar de mayor utilidad a los concejales de barrio, una figura que durante esta legislatura ha quedado en entredicho, otro posible remedio es otorgar un tanto por ciento del presupuesto municipal a los barrios, y que sean ellos quienes decidan, e incluso se podrían crear asambleas vecinales periódicas para las gestiones básicas de los barios.
Se echa de menos proyectos por parte del equipo de gobierno, y de los aspirantes, para arbitrar los problemas vecinales. Hay una tendencia política de hablar más de los asuntos de fuera del Ayuntamiento que de los intrínsecos a él.
Sin duda, los la gestión de los barrios son una asignatura pendiente para una ciudad que cada día se parte más. A día de hoy, desde lo alto del Gurugú, sólo se vislumbra una ciudad dividida y sin un relato común. Falta identidad urbana.
Artículo publicado en Circ de Tarragona el 24 de agosto de 2017.
Fotografía del noticiero Tarragona 21 donde se enfrentan la Cultural de Bonavista contra el Racing de Bonavista.